Su belleza indescifrable la convirtió en musa de cineastas legendarios e ícono del cine. Hoy sigue activa, deslumbrante y atrevida.
Decir que Catherine Deneuve es la actriz más bella y atrevida del cine francés puede resultar polémico: ahí están Brigitte Bardot, con su sensualidad despampanante; o Isabelle Huppert, siempre dispuesta a aceptar el guion más excéntrico que le ofrezcan. Pero Deneuve, uniendo todos esos atributos, brilla como una estrella colosal, en una constelación que no puede (ni se atreve) a opacarla.
A Deneuve (París, 1943) la han llamado “la mujer fría”, “el fuego debajo del hielo” y también la dama del cine francés. Y ella, con esa actitud de que este tipo de frivolidades no le importan y de que nunca ofrece declaraciones “pour la galerie”, se negó rotundamente a recibir etiquetas. En la previa a este domingo, en el que cumple 80 años, le dijo a la revista Paris Match que esta celebración no significa mucho para ella. “Eso no me interesa”, dijo, y podemos imaginarla pronunciando la frase con esa bella actitud indiferente que la eternizó en películas como “Repulsión” (Roman Polanski, 1965) o “Belle de jour” (Luis Buñuel, 1967).
Su última película
Hablando de “damas”, la película más reciente de Deneuve (cuya carrera se extiende por más de 60 años, desde que filmó “Les collégiennes” en 1967, bajo las órdenes de André Hunebelle) es “Bernadette”.
En esta comedia interpreta a Bernadette Chirac, la ex primera dama de Francia, esposa del fallecido Jacques Chirac. Dirigida por Léa Doménach y protagonizada también Michel Vuillermoz, Sara Giraudeau y Denis Podalydès, es una recreación ficticia y por momentos delirante de los 12 años en los que ella ejerció este papel, actuando a la sombra de su esposo. Aún sin fecha de estreno en los cines argentinos, es muy probable que por su perfil independiente directamente la veamos por streaming.
En todo caso, Deneuve ha querido dejar en claro que no se trata de una “biopic”, ese género tan de moda que fastidia particularmente a la diva: incluso se disgusta en pensar que su vida pudiera llevarse a la gran pantalla. De hecho, a más de uno le gustaría ver algunos episodios de su vida así: el fallecimiento de su hermana Françoise Dorléac en 1967 (el mismo año en que su carrera se encumbraba por “Belle de jour”, que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia); los cuatro años de intensa relación con Marcello Mastroianni, galán de galanes, que dio como fruto a Chiara; o el esquivo señor llamado Oscar, al que solo fue nominada en 1993 por “Indochina”.
Léa Doménach, según remarcan algunas críticas de la película, quiso que “Bernadette” fuera una reivindicación feminista, mostrando cómo algunas mujeres permanecen en un papel sutil y silencioso, siendo el andamiaje que sostiene a un gran hombre de poder. Esto nos lleva a un punto más controversial en la gran dama del cine francés...
Feminista, pero con reparos
Según una nota de AP, Catherine Deneuve no reniega por estos días en calificarse a sí misma como “feminista”. ¿Cómo no ver en su filmografía un patrón de mujeres díscolas, que no piden permiso y ejercen su sexualidad con libertad absoluta?
De hecho, se casó solo una vez, y no fue con ninguno de los dos padres de sus hijos (además de Chiara Mastroianni, tenía anteriormente a Christian Vadim, de su relación con el director Roger Vadim). En 1971 fue una de las que firmó “El manifiesto de las 343 zorras”, a favor de la legislación del aborto en Francia.
Gwénaëlle Le Gras, quien escribió “El mito Deneuve” (“Le mythe Deneuve”, Nouveau Monde, 2010, sin traducción al castellano), fue contundente al definirla así: “Pese a su vida aparentemente burguesa siempre ha sido muy libre, mucho más que otras estrellas de su generación que encarnaban cierta emancipación, como Brigitte Bardot, que se casó tras quedarse embarazada”.
Pero en los últimos años, tuvo encontronazos con el movimiento #MeToo. En 2018 se puso en contra a la opinión pública cuando, junto a otros cien firmantes famosos, publicó una columna en Le Monde titulada “Defendemos una libertad de importunar, indispensable para la libertad sexual”. Entre líneas, muchos vieron una defensa a los hombres acusados de violación. De hecho, había defendido públicamente a Roman Polanski. En la columna se lee: “Lejos de ayudar a las mujeres a ganar autonomía, esta fiebre de enviar ‘a los cerdos’ al matadero sirve a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, de extremistas religiosos y de reaccionarios de los que estiman que las mujeres son seres diferentes, niñas con rostros de adulta que reclaman protección”.
“La vejez no es una tragedia”
Hace diez años, dijo a El Periódico de España: “Envejecer no es agradable para nadie, y menos aún para quien, como yo, depende de su imagen. Pero no es una tragedia. Además yo me cuido bastante. Es cierto que no duermo suficiente y me gusta tomar algo de vodka de vez en cuando, pero cuidarme está en mi personalidad”.
Actualmente, ya está recuperada de un ACV que sufrió en 2019 y, de hecho, se mostró recientemente en el Festival de Venecia. Tiene pocos retoques estéticos y no oculta su vejez. No perdió su glamour ni el fetiche por Saint Laurent. Y sigue soltera.