Esta churrería abrió en 2005, en manos de Silvia, su dueña original. El sobrino de la mujer vio que ya era famosa en Funes y decidió recorrer el mundo buscando la receta perfecta “para hacer cada churro inolvidable”.
Messi tiene gloria eterna por ser campeón del mundo y churros gratis de por vida. Esta historia (rellena de cholulismo, hay que admitir) empezó en Rosario y a su tamaño. Lo chico se hizo muy grande. Con tres Copas y tres docenas.
Ese paquete se acabó y Lio, que celebra hoy su cumpleaños, se va a Miami. Pero hay sorpresas más duraderas para el cadete y la dueña de La Churrería de Funes, el local de la ciudad natal de la Pulga donde él (o su mujer, Antonela Roccuzzo) pidió por WhatsApp.
“Mis conocidos sabían que desde hace tiempo, sin que me pidan, les llevaba churros al barrio cerrado para que los pruebe Messi. Me decían ‘Dejá de llevarles, que seguro se los comen los de la puerta, los vecinos’. Que ‘Él seguro ni los prueba’. Que ‘Se los comerán todos menos los Messi’. Pero tuve fe. Recibir ese pedido fue la certeza de que todo ese esfuerzo sirvió”, dice a Clarín Sofía Snaidero.
Ella un día era “la chica de los churros” y al otro, “relatora” de un momento mítico personal.
Además de la perseverancia, ¿cuál fue el secreto para atraer a Messi con sus churros? La receta europea, pero sin huevo ni azúcar impalpable. Esta churrería abrió en 2005, en manos de Silvia, su dueña original. El sobrino de la mujer vio que ya era famosa en Funes y decidió recorrer el mundo buscando la receta perfecta “para hacer cada churro inolvidable”. Diez años después, Silvia decidió descansar y se la vendió a Sofía, quien era su clienta fiel.
Con la aclaración de que no los fríen con grasa animal, elaboran los “comunes”, los rellenos, los bañados en chocolate y hasta los que traen roquefort (un tiempo se animaron al sandwichurro, con dos tapas de esa masa y jamón crudo). Los simples, a $ 220 cada uno y $ 2.800 la docena de especiales.
“Es una locura, la verdad yo subí una historia a Instagram, la conversación, el pedido, que se hizo viral. Cuando ellos me responden, doy por certificado que fue así, que realmente les llegaron los churros a los Messi, como dijo el cadete. Más allá de que él los vio en su casa, uno es como medio desconfiado con estas cosas. Pero desde ese momento, como no había un comprobante de pago que diga ‘Messi’, lo publico en mis redes personales, que mis amigos me iban a creer”, cuenta ahora.
Al día siguiente llegó el primer llamado de un periodista. Era del diario local: “¿Es real eso que subiste?”. Ella dijo que sí, pero que no tenía más pruebas de las que mostró. La anécdota viajó más rápido que la motito del delivery.
¿Los abogados de la marca Messi en breve van a cortar con tanta dulzura? Es que la churrería --que tiene colgadas banderitas argentinas en el frente y pasó de vender el doble de los entre 1.000 y 2.000 churros que hacía por día-- acaba de cambiar su presentación en Instagram a “Los churros del Campeón”.
El paso a paso de la anécdota
No es un detalle contar que ese número de “los Messi” primero había llamado insistentemente por los churros.
“Los pedidos siempre son por WhatsApp. Lo que hago es registrar el número y después escribirle, así que lo contacté, sin saber quién era. Me pidió tres docenas de churros, dos de dulce de leche, una de crema pastelera y seis más de Nutella, y lo mandamos para Kentucky, el country.”
Había tantos pedidos ese día que no relacionó que eran ellos. No era la primera vez que encargaba alguien que escuchaban que era de su entorno. “Les enviamos, aunque nunca pensamos que eran para Messi, que él los comía. Ya saber que los recibía la familia del campeón era un mimo, pero esto superó todo.”
Juan Pablo román, de 18 años, es el delivery. Entregar churros es su segundo trabajo, para ayudar a sus padres.
“Llegué al country, siempre sin saber que iba a lo de Messi. Salí de la churrería quejándome porque era lejos y siempre te hacen esperar ahí, perdés tiempo”, cuenta a Clarín.
Primero no quiso dar notas, pero después se soltó y la fama fugaz le dio una recompensa inesperada.
“Esperé y nunca sospeché. Sí le pregunté al de seguridad cuál era la casa de Messi. Por la tele y las redes sabía que él está acá, quería ver si veía algo”.
El de seguridad le retuvo el DNI, le entregó un GPS para seguir muy de cerca su recorrido por las calles internas, y le avisó (¿o advirtió?): “Ya sabés a la casa de quién vas”. Levantaron la barrera y casi que con los churros empezó a hacer el inolvidable pasito lento de Messi con la copa.
Llegó al lote y estaba la seguridad afuera, dio varios bocinazos y salió un amigo de la Pulga. Ahí supo que estaba en “la” casa. “Me bajé, entregué los churros, en eso veo la puerta, se asoma Antonella, le hablé un poquito (tan rápido que no me acuerdo qué le dijo), la saludé con todo respeto. A todo eso, creo que Messi saludó desde el fondo. Yo estaba muy shockeado y cuando me fui me largué a llorar”, dice Juampi.
Volvió al local 45 minutos más tarde. Llorando. Enojado. “Ustedes sabían dónde iba no y no me dijeron nada”. No. No sabían nada. “¡Qué pelotuda que le cobré a Messi!”, gritó Sofía.
Lo que sigue
La foto con Messi no pudo ser. Antonella le dijo a Juan Pablo que el crack estaba ocupado. Pero el recuerdo es más fuerte. Y está todo chequeado.
“No, por Dios, me quieren matar ustedes, ¿qué hacen acá?’”, les dijo Sofía y desde ese momento les adjudicó el pase libre de churros. Sin VAR.
Mateo, que cuando vio llorar al delivery le gritó ‘¿Qué pasa, tío?’, con acento español, pidió de Nutella. El resto fueron de dulce de leche.
Juampi tenía un pasado en el fútbol. Después de esas tres docenas del primer párrafo, hoy es presente otra vez. “No puedo creer todo lo que me está pasando. Soy muy afortunado. Llevarle churros a Messi no le pasa a cualquiera”, dice llorando.
De chiquito había jugado en Irlanda y en Newell’s. Después se hizo hincha de Central. Jugó en Defensores de Funes y en 2017 llegó la oportunidad de probarse en España. Cuando se estaba por ir tuvo un accidente de auto. Le daban “para cinco años en el hospital” y salió a los 15 días. Pero el fútbol parecía haber terminado para él.
Después de una nota por los churros en el programa de radio de Andy Kusnetzoff, se ganó la oportunidad de probarse en Godoy Cruz. “Tiene edad de contrato profesional. Debería venir y hacer una prueba”, dijo Nicolás Olmedo, ayudante de campo del director técnico, Daniel Oldrá.
¿Qué pasa con la churrería? “No paro de recibir pedidos, muchos me preguntan si me pueden dar algo para darle a Messi, si les puedo pasar el teléfono o el número de lote de la casa del country. Obvio que no lo haría. Jamás. Yo estaba en una situación complicada con el local, nos íbamos a tener que mudar, un tema con la Municipalidad, ahora la situación es muy distinta”, cierra Sofía.
Gloria eterna. Humildad. Privacidad. Nuevas oportunidades. Y churros.