Habrá que ver si más allá de las cualidades de cada película, el impacto de la guerra en Ucrania influye en los miembros de la Academia. Todos los aspectos a tener en cuenta en esta nota.
Por octava vez, Argentina se enfrenta en la categoría de mejor película internacional de los premios Óscar, aquella que otorga el premio a la cinta más destacada producida principalmente por una productora registrada fuera de Estados Unidos. Luego de haber ganado con anterioridad dos veces con La Historia Oficial (1985) de Luis Puenzo y El Secreto de sus Ojos (2010) de Juan José Campanella; Argentina, 1985 de Santiago Mitre busca el tercer Óscar para nuestro país.
Luego de un excelente año de cine de todo el mundo, la Academia definió las cinco contrincantes que representaran las películas de su país en la gala del Dolby Theatre. Como todos los años, esta lista, que lejos de ser justa dejó afuera por ejemplo a la brillante Decision to Leave del veterano Park Chan-wook, sigue ciertos patrones comunes en su formulación: siempre incluye algunas películas europeas de buena conciencia, como es este año la belga Close y la irlandesa The Quiet Girl; pero agrega una sorpresa un poco más desafiante, como en esta ocasión la polaca EO que sigue la historia de los abusos y azarosas vueltas de ni más ni menos que un burro; una película favorita y una fuerte contrincante con quien pelear el premio.
Así como en 2010 Campanella triunfo frente a The White Ribbon (La Cinta Blanca) del prestigioso Michel Haneke, la cual ya había ganado la Palma de Oro en Cannes, Santiago Mitre busca pegar el batacazo frente a la alemana All Quiet on the Western Front (Sin Novedad en el Frente) de Edward Berger, la indiscutida favorita que además está nominada en otras 8 categorías incluida mejor película. El equipo de Argentina se encuentra lejos de tener el premio asegurado y estar tranquilo en la gala: para la academia ha sido siempre una obviedad que si una película está nominada a mejor película y a mejor película internacional, ya tiene asegurada esta última categoría.
Pero la esperanza no está perdida, con la llegada de las plataformas, los cambios en la distribución y los nuevos formatos de producción en Hollywood, la temporada de premios también busca actualizarse y ubicarse dentro de un espacio y tiempo que todavía no domina. Luego de las desastrosas mesetas y récords de audiencia, películas con menos acercamiento al público y menos popularidad general, las recientes polémicas del espectáculo como la piña de Will Smith o el vergonzoso escandalo con La la land no ganando mejor película, han sido los atractivos principales de estas últimas entregas de premios. Dentro de los acontecimientos destacados más recientes se encuentra el avasallador triunfo de la surcoreana Parasite (Parásitos) de Bong Joon Ho en 2020 llevándose las estatuillas de mejor película, mejor película internacional, mejor guion original y mejor dirección. Por primera vez un film completamente extranjero ganó mejor película y este hecho fue muy bien recibido por toda la industria.
Siguiendo este éxito, la Academia está optando por incluir cada vez mayor variedad de nacionalidades y estilos en sus diversas categorías en competencia. Este año, además de All Quiet on the Western Front (Sin novedad en el frente) que persigue 9 premios (película, película internacional, fotografía, sonido, banda sonora, maquillaje y peluquería, banda sonora, diseño de producción y guión adaptado) también se encuentra en competencia la última ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, la sueca Triangle of Sadness de Ruben Ostlund. Este director logró ganar la Palma de Oro dos veces consecutivas, también con The Square (El cuadrado) en 2017, y este año Triangle of Sadness, una sátira acida de comedia negra sobre un crucero de millonarios y modelos, está nominada a mejor película, mejor dirección y mejor guión original. Argentina descansa al no tenerla como contrincante debido a que Suecia no decidió mandarla en representación de la industria de su país. Otra sorpresa es la nominación de Paul Mescal como mejor actor por Aftersun de Charlotte Wells, película independiente inglesa estrenada en Cannes con un perfil muy alejado de estas temporadas de premios que narra un íntimo drama familiar entre padre e hija y que tuvo una muy buena recepción por el público mendocino, actualmente sigue en cartelera en la sala de Cine Universidad.
Otra final con Alemania
Entre tantos cambios de paradigma, que la película alemana esté nominada en tantas categorías es una gran sorpresa para los premios que también dispara algunas preguntas: ¿La nominaron por diversificar nacionalidades? ¿Influye el mensaje antibélico de la película con la guerra de Ucrania buscando ser puesta por Hollywood en la boca del entretenimiento? La cinta alemana es un excelente drama bélico sobre la primera guerra mundial que muestra la cruda desilusión de un grupo de jóvenes amigos entusiasmados por ir a pelear a las trincheras a base del discurso heroico y patriota que las autoridades les vendieron; en paralelo, los oficiales negocian la inminente rendición con Francia. La película está basada justamente en una novela alemana del año 1929 y que en 1930 la industria estadounidense ya había adaptado, e incluso ganó el Oscar a mejor película por primera vez en la historia.
Lo innovador que propone la película es la reapropiación de una historia de sufrimiento nacionalista, que adaptó Estados Unidos y que vuelve a Alemania, con un nivel de violencia, sufrimiento y crueldad que nos sumerge una vez más en los horrores de la guerra y nos permite empatizar con los jóvenes que fueron enviados a luchar al frente.
Teniendo en cuenta el excelente despliegue técnico y que el perfil de película encaja perfectamente con el interés de los premios, resulta coherente que se haya destacado en la temporada aún si sorprende la cantidad de categorías en las que compite. Sin embargo, siendo una película eficiente, emocionante y muy bien lograda, es una historia ya repetida: personajes paradigmáticos que ya hemos visto a lo largo de la historia del cine, colores, locaciones y hasta escenas que tenemos resabios de ya haber visto. Aún con ciertos elementos novedosos e interesantes, como puede ser la fragilidad y cariño en el grupo de amigos o la sistematización de la maquinaria del horror reciclando los uniformes, no deja de sentirse como un film más de guerra que se pierde en los márgenes del género. Y que le cueste despegarse del género no es algo estrictamente negativo, pero para premiar una mejor película, internacional o no, y que quede impresa en la historia del cine si representa un factor fundamental. Aun siendo narrada de la mejor manera posible se mantiene dentro de los límites que Steven Spielberg inauguro en 1998 con Rescatando al Soldado Ryan y que se vienen repitiendo cada vez que se puede desde entonces. A esta altura es interesante preguntarnos: ¿A dónde más pueden avanzar las películas de guerra? Sam Mendes se apoyó en el la estética de un mismo plano sin cortes con 1917 pero ¿Qué tanto se desplazó de lo conocido? Es precisamente sobre este marco que aparece Argentina, 1985.
Para los votantes que vieron ambos films (algo que no en todos los casos ocurre) se enfrentan una película de guerra contra una película de juicios, dos géneros muy populares, tradicionales en Hollywood y reinterpretados por la historia de cada país. Ciertamente especular sobre los ganadores de estos premios no se puede hacer únicamente desde la calidad, es discutir sobre el consenso general, por lo cual propongo dos tendencias posibles: que los miembros votantes se inclinen por la opción conocida, que por el simple hecho de ser una película espectacular de gran cantidad de nominaciones técnicas la consideren mejor que el resto; o que en la comparación con la cinta argentina, se exponga este carácter repetitivo y poco original. A Argentina, 1985 no le faltan méritos propios para ganar, siendo una historia emocionante, narrada con herramientas clásicas a la perfección y un fino elenco encabezado por Ricardo Darín, muy querido por la industria. Justamente en su estreno nacional a la película se la criticó de haber sido contada bajo los estándares estéticos de la industria estadounidense, características perfecta para la ocasión, y si bien al igual que su contrincante también se apoya sobre estructuras ya repetidas, le alcanza con ser la primera película sobre el juicio de las juntas militares y la particularidad del caso juridico para distinguirse. Argentina, 1985 ha tenido una muy buena recepción a nivel global, es la única película no europea que compite y puede dar el batacazo; es difícil pero no imposible.
Mientras que a EO, una película autoral con secuencias oníricas y plagada de momentos poéticos, de un director histórico para Polonia como es el veterano Jerzy Skolimowski que con 85 años logra ser nominado por primera vez al Oscar, le alcanza con el simple hecho de participar; All Quiet on the Western Front (Sin novedad en el frente), con pocas chances de ganar mejor película enfrentándose a tanques como Avatar o TopGun, Spielberg o tendencias como Everything, everywhere, all at once (Todo, en todas partes, al mismo tiempo), busca su gran victoria con mejor película internacional. Es probable que pueda llevarse algún que otro rubro técnico como sonido, o si no, que en el mejor de los casos para los argentinos se vaya con las manos vacías. Lo cierto es que este domingo Argentina, 1985 enfrenta otra final con Alemania y que, luego de haber triunfado en los Globos de Oro y los Goya, queremos ganar el tercero.