El pasado 3 de febrero, un tren con material químico de alta toxicidad descarriló, provocando la liberación gases cancerígenos al aire. Se evalúa la magnitud de la contaminación en la zona, que indica un peligro mortal para la vida en un radio aún difuso.
El accidente de un tren que transportaba material químico de alta toxicidad en Ohio ha sido denunciado como un hecho que podría afectar la salud de la población local. Sin embargo, en las últimas horas, el Gobierno de Estados Unidos ha emitido más información sobre los avistamientos de objetos aéreos que sobre ese acontecimiento.
El descarrilamiento ocurrió durante la noche del 3 de febrero en la zona de East Palestine, Ohio, al noreste del país norteamericano, muy cerca de la frontera con el estado de Pensilvania. Según las últimas versiones de las autoridades, entre 5 y 10 de los cerca de 50 vagones del tren contenían cloruro de vinilo, un químico peligroso y hasta letal para los seres humanos debido a su alto grado de toxicidad.
El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos considera que esta sustancia tiene propiedades que pueden derivar en un cáncer de sangre o de pulmón si se respira por un tiempo prolongado. El riesgo, según informan los medios locales, es que el cloruro de vinilo termine contaminando el agua potable de la región o siga mezclándose con el aire de la localidad. De hecho, la quema de esa sustancia produce, a su vez, cloruro de hidrógeno y fosgeno. Este último incluso fue popular en la Primera Guerra Mundial durante los ataques químicos.
Pese a este desastre, la mayor parte de la prensa estadounidense —e incluso la misma Casa Blanca— emitió mayor información sobre los objetos aéreos que aparecieron en diferentes puntos de Estados Unidos y Canadá. A la par, teorías conspirativas circularon en redes sociales sobre supuestos ovnis o vida extraterrestre siendo utilizados como cortinas de humo para tapar mediáticamente el derramamiento y la quema de químicos tóxicos en Ohio.
El tren que se descarriló pertenece a la empresa ferroviaria Norfolk Southern. Según reportes de las autoridades locales, varios vagones explotaron, generando una llamarada que era visible a kilómetros de distancia. El cloruro de vinilo que estaba almacenado en algunos vagones se utiliza en la fabricación de plásticos como revestimientos de cables o materiales de embalaje.
Ante el riesgo de una explosión mayor, las autoridades decidieron liberar de forma “controlada” los gases tóxicos provocados por la quema del material transportado. Asimismo, tomaron la decisión de desalojar a la población que vivía dentro de un radio de 1,6 kilómetros del accidente, aunque la medida se extendió al condado de Beaver, Pensilvania. No todos los pobladores quisieron irse de sus casas.
Las autoridades también advirtieron que se crearía una columna de cloruro de hidrógeno y fosgeno, gas que ocasiona afectaciones a la salud y es capaz de causar la muerte. En medio del desastre, el periodista Evan Lambert fue detenido mientras investigaba el impacto ambiental del accidente. A pesar de que el comunicador fue puesto en libertad horas después, el caso provocó que las teorías de conspiración incrementaran, así como otras dudas relacionadas con el verdadero impacto de la liberación de los gases tóxicos.
Hasta ahora, los residentes de la zona y algunos medios han reportado la muerte de peces, ranas, pollos, perros y zorros, así como la contaminación del aire y el agua.