El conflicto, que ya tiene 18 meses cumplidos, continúa extendiéndose en el tiempo mientras las poblaciones civiles padecen las múltiples consecuencias de la falta de acuerdo entre todos los involucrados. Ucrania, de hecho, ya está fabricando sus propias armas.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, se reunirán el próximo 4 se septiembre en el balneario ruso de Sochi para hablar de la guerra en Ucrania y la reanudación de los acuerdos del grano del mar Negro.
“Las negociaciones, efectivamente, tendrán lugar el lunes, en Sochi”, confirmó hoy el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa diaria. En tanto, los ejercicios militares “Hermandad de armas-2023″ de la postsoviética alianza Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) liderada por Rusia comenzaron hoy en Bielorrusia, informó el Ministerio de Defensa de este país.
Además, el presidente de transición de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, se reunió este jueves con el viceministro ruso de Defensa, coronel general Yunus-Bek Evkúrov, para abordar una posible cooperación militar entre los países, con lo que se observan una serie de movimientos simultáneos por parte de Moscú para fortalecer sus vínculos comerciales y militares en la región.
Por su parte, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski anunció en las últimas horas que las pruebas de los misiles de fabricación local “fueron un éxito” y que los mismos están cumpliendo con las expectativas, por lo que se espera que el conflicto continúe extendiéndose, ya que EE.UU. y miembros de la OTAN confirmaron más envíos de armas y financiamiento para que Ucrania enfrente a Rusia.
Al mismo tiempo, agencias de noticias con enviados especiales en la región han difundido distintas entrevistas en las últimas horas a exsoldados ucranianos, que relatan por qué han desertado y cómo lograron hacerlo. “He visto una cabeza cortada” y otras muchas atrocidades, cuenta el ucraniano Ivan Ishchenko, quien después de un mes en el frente, desertó el año pasado, aunque tuvo que pagar una fortuna en sobornos y sufrir infamia, ya que los soldados que abandonan son duramente perseguidos y violentados en su país.
A causa de la guerra, los ucranianos de entre 18 y 60 años no tienen derecho a salir del territorio, salvo autorización especial. Los desertores son castigados con penas de hasta 12 años de prisión, y los que se oponen al servicio militar pueden ser condenados a cinco años de detención. Desde el comienzo del conflicto, 13.600 personas que intentaban salir del país clandestinamente fueron detenidas, según el portavoz de la guardia de fronteras Andri Demshenko.