29 de abril de 2024

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El dilema argentino: libertad, bienestar económico o república

El drama argentino es que la única salida real y de cambio en serio para terminar con el populismo anacrónico y contumaz, es la salida republicana que hoy como ayer, carece de apoyo y sustento social mayoritario.

Para los que somos partidarios de un país sensato no hay ni habrá libertad y riqueza económica sin República

Llegó la hora de la mezcolanza ideológica y el todo vale.

A río revuelto ganancia de pescadores, fracasados, resentidos ambiciosos sin límites y fulleros

El principio del fin trae consigo la desesperación, la ruptura de todos los moldes y la emergencia de toda la toxicidad social acumulada lentamente en setenta años y especialmente desde la crisis terminal y nunca resuelta del 2001.

Hace un año reflexione en este mismo espacio lo siguiente:

“2023 será el año que marca el principio del fin de nuestra dirigencia en todos sus estratos y funciones sociales”

Y agregué algo que parecía poco probable que se concretara:

“Ya se está esbozando todos los días y ni hablar en vísperas de las PASO y las futuras elecciones:

“Al mismo tiempo veremos de manera ininterrumpida en los próximos cinco o seis años que se partirán definitivamente:

• el radicalismo, el peronismo, Juntos por en Cambio o la Rosca y el Frente de Todos (por el Queso)”

“Y sucumbirá el pero kirchnerismo, los feudos provinciales y las estructuras empresarias del ‘capitalismo de amigos’ y prebendarías con sus cotos de caza de consumidores, la Patria Contratista, la Patria Financiera, el conchabo familiar estatal, los paros rabiosos y el ‘sindicalismo empresario’”.

Y ahora veo cuán en lo cierto estaba.

Este principio del fin de toda la dirigencia (política, sindical religiosa y cultural en general), tomará mayor forma con el nuevo gobierno: gobierne quien gobierne y durará, sin solución de continuidad, los próximos diez o veinte años.

Siempre que una sociedad, a través de la historia humana, llegó a esta situación, la realidad que emergió fue de conflicto extremo, desarmonía y pérdidas enormes, por eso siempre ha sido recomendable no llegar a este estado terminal

Nuestra sociedad prefirió, después del 2001, seguir hacia el precipicio sin tomar nota de lo que sucedía y a donde iba.

El populismo anti republicano nacido hace setenta años, que había denostado como “demoliberal” a los principios constitucionales republicanos de nuestra Constitución del 53 y que continuó y continúa ahora, negándolos como “neoliberalismo”, “la derecha” y demás epítetos descalificativos ha llegado al principio de su fin. No obstante, este populismo está diseminado por toda y cada uno de los rincones de nuestra sociedad

Así tenemos a los populistas confesos, recalcitrantes y fanáticos pero más dramático es que tenemos a los populistas que no saben que lo son y que constituyen la mayoría de nuestra dirigencia y población, cumplan el rol que cumplan y tengan el andamiaje cultural que hayan logrado construirse

Por eso es y seguirá siendo común verlos actuar en política, ya sea a través del voto o en el ámbito de la acción política cotidiana directa, trasuntando de manera inconsciente, su concepción populista anti republicana y por lo tanto generando mayor desarmonía y entropía social

Más aun creyendo, de manera casi neurótica, que se pueden solucionar los problemas que generó nuestra economía, sin poder ver, entender y reconocer que son el producto de un populismo agotado y sin plata, que vienen acumulándose desde hace setenta años.

Por lo demás, no hay ni existe una salida económica, ni de ningún tipo sin un verdadero liderazgo preparado para conducir el cambio y especialmente sin los valores republicanos.

El drama argentino es que la única salida real y de cambio en serio para terminar con el populismo anacrónico y contumaz, es la salida republicana que hoy como ayer, carece de apoyo y sustento social mayoritario.

Salida que nos viene esperando desde 1853, al final del camino y nos sigue diciendo con paciencia infinita que no puede haber sensata libertad, patria, nación, riqueza económica y bienestar………. sin República.

* El autor es sociólogo con experiencia en procesos de cambio cultural y organizacional.

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