22 de noviembre de 2024

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Elecciones 2023: la ciudad de Córdoba elige intendente, duelo entre De Loredo y Passerini, el candidato oficial

Elecciones 2023: la ciudad de Córdoba elige intendente, duelo entre De Loredo y Passerini, el candidato oficial
Elecciones 2023 en Córdoba capital: Rodrigo de Loredo, de Juntos por el Cambio, y Daniel Passerini, de Hacemos Unidos por Córdoba. (La Voz)

La ciudad de Córdoba vive la elección más reñida en décadas. La campaña comenzó con ventaja opositora, incluyó cantidades industriales de falsedades y terminó casi igualada y con tensión extrema.

Los cordobeses deciden quién será el próximo intendente de la Capital provincial. Lo harán de 8 a 18, después se contarán los votos y habrá que esperar unas cuatro horas más para saber con alguna certeza el nombre del sucesor de Martín Llaryora en la Municipalidad de Córdoba.

Esta es la obviedad que la democracia ofrece cada cuatro años. Pero en Córdoba este mecanismo básico no operaba en toda su dimensión desde hacía mucho más. Los sucesivos acuerdos políticos entre oficialismo y oposición desde 2010, las campañas para perder que hizo el peronismo durante casi una década y la división opositora que facilitó el triunfo de Hacemos por Córdoba en 2019 –cuando Juan Schiaretti finalmente decidió apostar fuerte por la Capital con la candidatura de Llaryora– fueron los modos en que el sistema político cordobés durante muchos años condicionó a nivel estructural el sencillo y elemental poder del voto ciudadano.

Cierre de campaña de Rodrigo de Loredo en el club Atenas. (Javier Ferreyra / La Voz)
Cierre de campaña de Rodrigo de Loredo en el club Atenas. (Javier Ferreyra / La Voz)

Esta vez la situación es otra: al igual que en la elección provincial que ocurrió hace un mes, es la unidad de Juntos por el Cambio la que hizo la diferencia y dejó a los cordobeses en condición de definir. Luis Juez no lo logró hace cuatro domingos, pero se acercó mucho más de lo que el oficialismo esperaba. Rodrigo de Loredo es quien capitaliza ahora en la ciudad esa unidad que construyeron el radicalismo, el juecismo y el PRO.

La gestión municipal de Llaryora también hizo mucho para que los cordobeses puedan decidir entre dos opciones principales que, casi con certeza, polarizarán el resultado. En la Capital, que siempre fue el talón de Aquiles del peronismo, la actual administración consolidó el poder a fuerza de mejorar el espacio público, pavimentar, iluminar, simplificar la relación con los vecinos a través de la digitalización y –antes de todo eso– recuperar el control municipal recortando las ilimitadas facultades que hasta hace tres años tenía el gremio de los municipales (Suoem).

La paradoja del peronismo

Llaryora ganó hace un mes el Gobierno provincial por esta gestión municipal que intenta revalidar con Daniel Passerini. Pero el peronismo vive una paradoja política que no digiere: la gestión municipal le valió la continuidad luego de 24 años en la Provincia, y también le permitió pasar la difícil prueba del recambio generacional, pero no le garantiza la continuidad en la Municipalidad de Córdoba. El resultado de la votación no está puesto; se definirá de 8 a 18.

Tanto Passerini como De Loredo consideran que ganar es posible. Ambos saben que también pueden perder. Las encuestas hace rato que no dejan tranquilo a nadie, y en la última semana directamente quedaron presas del margen de error.

El oficialismo comenzó a descontar la importante ventaja con la que arrancó De Loredo a fuerza de incrementar la imagen de la gestión. Tras la elección provincial, ese proceso se aceleró, y se volvió determinante el hecho de que, desde su consagración como gobernador electo –10 días después de la elección, dado que la oposición no admitía la derrota– Llaryora asumiera personalmente el liderazgo de la campaña de Passerini.

Cierre de campaña de Daniel Passerini en el hotel Quórum. (Facundo Luque / La Voz)
Cierre de campaña de Daniel Passerini en el hotel Quórum. (Facundo Luque / La Voz)

La revalorización del equipo Provincia-municipio, la idea de evitar que la disputa política vuelva a interferir en la relación institucional y el saldo favorable para la ciudad en materia de obras constituyen el diferencial del discurso del oficialismo.

La apuesta de De Loredo

Con el avance de la campaña, lo que entró en crisis fue el discurso opositor. De Loredo, quien comenzó la carrera con altísima imagen y casi 15 puntos de intención de voto por encima de Passerini, apostó en todo momento a ganar solo: Juez apenas apareció en algunos actos, la conducción de la UCR estuvo casi ausente, y hasta su compañera de fórmula, Soher El Sukaria, tuvo una acotadísima participación.

De Loredo también asumió en soledad el costo de lo que constituyó el hecho más desequilibrante de toda la campaña: la vinculación de dos candidatos a concejales con personas investigadas por narcomenudeo y narcotráfico. Juntos por el Cambio decidió sostener a ambos candidatos, que casi con seguridad ocuparán sendas bancas en el Concejo, pero no explicó la situación y perdió casi 10 días de campaña, que fueron centrales para Hacemos Unidos por Córdoba.

De Loredo y Passerini son dos candidatos consistentes. Conocen la ciudad que quieren gobernar, tienen formación política y en la inmensa mayoría de los temas exhiben miradas similares y propuestas parecidas. El otro hecho desequilibrante de la campaña fue la iniciativa opositora de exigir el traspaso de más de 10 mil policías de la Provincia a la Municipalidad de Córdoba.

Llaryora, ya gobernador electo, dejó en claro que de ningún modo adoptará esa medida y además se encargó de ridiculizar la propuesta y hasta de advertir que un eventual gobierno opositor en la ciudad generaría conflicto político permanente: los cuatro años de pelea entre Luis Juez y José Manuel de la Sota volvieron a la memoria de muchos cordobeses, y el peronismo aprovechó para reforzar su propuesta de “equipo”. Es probable que se trate de otro mojón para analizar cómo es que termina tan pareja la campaña que comenzó con amplia ventaja de De Loredo.

La otra clave de la elección es el nivel de híper movilización que Llaryora le imprimió a este peronismo que ya conduce y que pretende transformar en “partido cordobés”.

Tan quirúrgico fue el trabajo de búsqueda de votos que se puso en marcha sobre la base del resultado electoral del 25 de junio, que ayer la Junta Electoral Municipal terminó casi invitando a no votar, mientras el peronismo organizaba un gigantesco operativo de movilización en los barrios populares donde sacó más votos hace un mes. Hay una denuncia penal de la oposición que sienta las bases de conflictos por venir luego de que los cordobeses voten, y se reiteran unas cuantas dudas sobre el escrutinio provisorio.

Esta campaña atípica también incluyó toneladas de falsedades pluripartidarias circulando por redes sociales, una inversión publicitaria récord casi sin controles oficiales y total ausencia de debate. La política no se privó de nada; sin embargo, hay que esperar a que los y las cordobeses voten –y que lo hagan con responsabilidad cívica, más allá de que se impongan o no multas– y después contar los votos para saber quién será el próximo intendente.

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