El ministro de Economía presionó al candidato de La Libertad Avanza. Durante largos pasajes, lo obligó a defenderse y explicar sus medidas. Pero el costado emocional fue bien controlado por Milei.
Durante casi un minuto, Sergio Massa y Javier Milei permanecieron frente a sus atriles. De un lado, se escuchaba el “Massa presidente” y del otro, “la casta tiene miedo”. Ambas hinchadas sostuvieron un pequeño duelo de cancha en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho de la UBA. Hasta que el libertario decidió abandonar el escenario, sin saludar al ministro de Economía que dio media vuelta y también se fue.
El final del tercer, y último debate presidencial, entre Massa y Milei sintetizó, con el cierre, una campaña diferente a las que han vivido los argentinos hasta hoy. Con una propuesta liberal, de cambios radicales y propuestas polémicas frente a la propuesta de continuidad, de la mano de un peronista clásico que reivindica al Estado.
En la noche del domingo, Massa fue por Milei desde el primer minuto. Le planteó una estrategia de pressing alto, sin darle respiro por largos minutos. “Por sí o por no”, le propuso el candidato de Unión por la Patria al de La Libertad Avanza, y a continuación repasó una serie de declaraciones a la prensa que iban desde los subsidios hasta la dolarización. Con un fuerte acento en la agresividad de Milei y su inestabilidad emocional (a la que volvería luego).
Durante todo ese primer bloque, Milei devolvió golpes como un boxeador contra las cuerdas. Castigado a repetición, sacó sus respuestas para defenderse y subiendo, por momentos, el tono de su voz. “Dejá de mentir”, le dijo ahí y en otras oportunidades a Massa.
“Expreso con pasión la indignación que genera un gobierno que nos viene destrozando la vida a todos”, le dijo para justificarse.
Pero Massa siguió apretando fuerte, remarcando las varias contradicciones que Milei ha expuesto desde hace meses en su sinuosa carrera electoral. “¿Vas a eliminar los subsidios sí o no? Hay gente que espera respuesta. A Feinmann (el periodista) le dijiste que sí”, repreguntó el ministro, sabiendo que lo que se transmite por la televisión era lo que importaba. Ya te dije que no”, le respondió Milei. “O sea que le mentiste a Feinmann”, retrucó Massa.
La jugada duró todo el primer bloque, en el que apareció lo mejor del Massa. Sobre todo porque allí se discutió de economía y su estrategia de ponerlo a Milei a explicarse a sí mismo le posibilitó zafar de explicaciones sobre su gestión. “Javier, entiendo que hiciste tu carrera más que como economista, como estandapero de televisión. Pero, desgraciadamente, lo que está en juego hoy es el futuro de los argentinos”, cerró el ministro.
El corte, en el que los candidatos abandonaron el escenario para reunirse con sus asesores, devolvió otro esquema. Más personal y con duras acusaciones que, por momentos, tensaron el ambiente del salón. Massa dejó de presionar a Milei, se abrieron hacia temas en los que el libertario pudo explayarse con menos asfixia, y la situación pareció aliviar el candidato opositor.
El debate siguió con Massa siempre con una actitud de ataque, aunque por momentos abrió el juego para incluir propuestas. Una fue la educación, con obvia referencia a los vouchers de Milei, que terminó en una mención a la movilidad social.
“Movilidad social es que el hijo de un inmigrante italiano haya podido ir a la universidad, como es mi caso. O que el 90% de los chicos que van a la Universidad de José C. Paso de Florencio Varela sean primera generación de estudiantes universitarios. Yo entiendo que desde el Excel no se entiende. La realidad, las personas de carne y hueso sí lo entienden”, explicó Massa.
“¿Un inmigrante italiano? ¿Pero vos estudiaste en la Universidad Belgrano?”, fue la chicana del libertario.
Equilibrio mental
Uno de los ejes de Massa fue sacar del debate a Cristina Kirchner. “Esto es entre vos y yo”, le repitió varias veces a Milei, con el objetivo de descontaminar su figura, asociada políticamente a la vicepresidenta. Y también para desacreditar a Mauricio Macri, de reciente apoyo a La Libertad Avanza.
Lo que derivó en un cruce delicado, pero buscado por Massa.
“No vine a discutir ni a Macri ni a Cristina, ni el pasado. Es vos o yo. Y los argentinos lo que tienen que elegir es quién tiene la templanza, la capacidad, el equilibrio mental, el contacto con la realidad como para poder llevar adelante la Argentina”, le dijo, sin miramientos, el ministro.
En sala el silencio se volvió de cristal. Hubo movimientos incómodos, comentarios en voz baja y una tensión en nivel máximo. Fue entonces que Milei lo miró y le dijo. “¿Acaso vos lo tenés?”.
Massa llegó al final con todo su arsenal de contradicciones memorizado. Que había usado con potencia al comienzo y que luego tuvo vaivenes. Mostró templanza, sangre fría (llegó a decir que no tiene amigos empresarios”) y conocimiento del Estado.
Milei se defendió como pudo (muchas veces mal), por momentos logró que el desastre económico quedara como protagonista y evidenció su falta de conocimiento de conceptos básicos (confundió las fuerzas de seguridad y las jurisdicciones, por ejemplo).
Si a Massa su mejor performance en el debate le alcanzó para cambiar la voluntad popular de los que aún dudan se sabrá el domingo que viene. Como sea, no haber logrado que Milei derrapara emocionalmente puede leerse como un logro libertario. Se sabe: en los debates nadie gana, pero sí puede haber un perdedor.