El expresidente será candidato a vicepresidente del club xeneixe y busca ocupar un nuevo casillero en un año que lo tuvo como protagonista a pesar de no haber participado de la contienda electoral.
Con su decisión de jugar a fondo en la elección de Boca Juniors, el expresidente Mauricio Macri amplía las fronteras de una estructura de poder montada sobre el pacto con el candidato libertario Javier Milei y la victoria de su primo Jorge Macri en la Ciudad de Buenos Aires, mientras redefine el perfil del PRO tras el cimbronazo en las urnas.
Macri se presentará como candidato a vicepresidente de la lista encabezada por su exministro de Modernización Andrés Ibarra, quien competirá contra el actual vice, Juan Román Riquelme, en las elecciones del 2 de diciembre en el club xeneixe. Una contienda que pasó a tener un alto tenor político.
De esta manera, el exmandatario buscará reconquistar el terreno que lo supo catapultar en su carrera política. Y lo hace en un año que lo tuvo como protagonista en las sombras. Líder indiscutido para algunos, responsable de la derrota para otros: Macri no pasó inadvertido a pesar de haberse bajado de la pelea por el “segundo tiempo” al frente de la Casa Rosada.
En la entrevista que concedió al periodista peruano Jaime Bayly, Milei destacó que su flamante socio “no fue candidato por una cuestión patriótica” y que “tuvo un gesto de grandeza” porque “al correrse, sacó de la cancha a Cristina Fernández de Kirchner”.
“Para mi él jugó un rol estratégico muy importante en términos patrióticos: terminó con la grieta entre el kirchnerismo y el macrismo. Al correrse él, dejó sin sentido a Cristina. Cristina tuvo que salir a buscar un heredero, y en Juntos por el Cambio se tuvo que resolver la interna”, interpretó el diputado libertario.
Macri no tardó en dejar en claro que su ausencia en la boleta no implicaba dar un paso al costado del mundo político. Empezó por mantener su marca en la Ciudad de Buenos Aires, la “cuna” del PRO, al imponer el nombre de su primo Jorge como sucesor de Horacio Rodríguez Larreta, en medio de una danza de nombres.
Fue el expresidente quien determinó que su partido debía competir con un candidato único e impulsó a Jorge Macri (intendente de Vicente López en uso de licencia y ministro de gobierno porteño), quien primero se impuso sobre el ministro larretista Fernán Quirós en una encuesta interna y luego venció por amplio margen al “radical K” Leandro Santoro, al punto tal que su rival se bajó de la segunda vuelta.
A nivel nacional, Macri intentó hacer equilibrio y prometió mantenerse “neutral” en la interna entre Patricia Bullrich y Larreta, pero no pudo evitar una mayor inclinación por su exministra de Seguridad, quien más se acercaba a la idea de “cambio” que él promovía, con reformas fuertes implementadas desde el primer minuto.
Sin embargo, abrió un juego paralelo con Milei, con quien nunca interrumpió el diálogo. “En caso de que Milei gane las elecciones, espero que nuestra coalición apoye cualquier reforma razonable en el Congreso”, dijo Macri en la Universidad de Harvard, en uno de los tantos guiños a lo largo de la campaña.
El domingo de las PASO, con el “batacazo” de Milei, Macri quiso subirse a la “ola libertaria”: llamó al ganador por teléfono para felicitarlo y, desde el escenario del búnker de Parque Norte proclamó: “Sumando lo de Milei, para nosotros es una mayoría enorme de argentinos que estamos planteando un cambio profundo como el que no se vio en décadas”.
Esas señales cada vez más nítidas fueron la semilla del “pacto de Acassuso”, como se bautizó al acuerdo entre Macri, Milei y Bullrich, sellado en el domicilio del expresidente a altas horas de la noche del martes posterior a la elección, en una jugada que colocó a Juntos por el Cambio en la cornisa.
“Macri le puso Infinia a Milei y agarró la campaña para él como revancha. Para Macri, nunca fue prioridad preservar a la coalición. Juntos por el Cambio fue el constructor de su propia derrota, y no hubo ni tiempo para analizarlo. No tuvimos ni 48 horas de duelo”, lamentó ante este medio un importante dirigente del radicalismo.
Macri no sólo fue el mentor del pacto con Milei, sino que se puso al hombro a la campaña libertaria con sucesivas apariciones en medios de comunicación y ordenó a sus equipos que trabajen en la fiscalización conjunta, una tarea encomendada a exfuncionarios suyos como Guillermo Dietrich, Paula Bertol, Laura Alonso y José Torello.
Aunque Milei habla de un “apoyo incondicional” y niega un acuerdo por cargos, crecen las versiones sobre exintegrantes del gabinete de Cambiemos que podrían ocupar lugares en una eventual gestión del libertario para garantizarle la gobernabilidad.
“Para el Gabinete necesitamos gente con experiencia en el Estado, y solo hay dos lugares donde buscar: el PRO o el menemismo. Milei siempre defendió a Macri y a Menem”, graficó a este medio un integrante de La Libertad Avanza con cierta experiencia en negociaciones políticas, confiado en que el pacto dará sus frutos.