El 12 abril del 2022, Ángel Pacheco vivió la terrible experiencia de encontrarse a esta figura mítica. Además, el hombre manifestó que “medía como 1,80 cm, era robusto, muy peludo y con unos ojos rojos”.
La leyenda de El Ucumar revivió y estalló el pánico en la localidad salteña de Metán. En el año 2001 un hombre llamado Rogelio Martínez, vecino de dicho lugar, confesó que vio a una misteriosa criatura, con rasgos parecidos al ser humano y con los ojos rojos.
Entre los habitantes del Noroeste argentino, el Ucumar tiene varias denominaciones. Se lo conoce también como Ucumari, Ucumare u hombre oso, pero todas las designaciones remiten a una misma figura mitológica que, según cuenta la leyenda, rapta mujeres y chicos y sus andanzas “tienen fuertes tintes sexuales.”
“Yo cazaba tanto que la Pachamama me dio ese castigo a mí para que me retire, para que no cazara más”, confesó Rogelio. En la última década, el Ucumar fue “visto” unas 33 veces y, pese a que no hay pruebas que remitan a su existencia, los relatos de los testigos lo convirtieron en un tema de estudio para científicos y hasta llevaron su historia a la pantalla grande.
El Ucumar es un animal salvaje con tenues rasgos humanos, tiene manos y pies muy grandes y cuerpo cubierto de pelos, barba larga y frente angosta, que además de ser una criatura muy fuerte, también es ágil, por lo que puede treparse fácilmente a los árboles más altos, indica la página especializada pueblosoriginarios.com.
El mismo sitio cuenta que la bestia vive en cuevas en el fondo de las quebradas y que suele aparecer de improviso, rapta mujeres y hasta se roba a los niños. Otro detalle es que si se le grita, el Ucumar responde con sonidos similares a la voz humana.
La última vez que “apareció”, según las personas que viven allí, fue en abril de 2022. El testigo, Ángel Pacheco, recuerda ese momento como si hubiera sucedido ayer y sale al cruce de los que dudan de su relato. “Soñar es una cosa, ver algo en realidad es otra cosa”, afirmó convencido en diálogo con TN.
El hombre, hincha fanático de Boca, había terminado de escuchar en la radio el partido del conjunto xeneize contra Always Ready por la Copa Libertadores cuando se largó a llover. Fue el 12 de abril del año pasado, cerca de las 21.30hs.
“Fui a cerrar el portón porque llovía y los animales estaban inquietos”, rememoró Pacheco sobre aquel momento. Y detalló: “Los perros ladraban, la yegua relinchaba y yo me acerqué a ver con la linterna”. Fue entonces cuando se encontró con la figura que le quitó el sueño por mucho tiempo.
“El Ucumar estaba agachadito y cuando lo enfoqué se paró, se dio vuelta y me miró con los ojos bien colorados”, afirmó el productor agropecuario sobre la criatura que esa noche alumbró con su linterna. También manifestó que “medía como 1,80 m, era robusto, muy peludo y con unos ojos rojos, rojos”.
“Fueron 20 minutos que lo tuve frente a frente”, apuntó. No pudo sacarle una foto porque, como llovía, no había salido con el celular de su casa, pero afirmó “que quedaron pelos del Ucumar enganchados en el alambre” perimetral de su terreno.
El lugareño habla más que de miedo, de “impresión” y asegura que “a cualquiera que lo viera le pasaría lo mismo”. Cuando ya estuvo a salvo dentro de su casa, aparecieron las primeras consecuencias de la traumática experiencia. “Vomité, me subió la presión, me impresionó mucho porque era muy grande”, contó.
Un año después, los supuestos investigadores que asistieron a su casa y se llevaron los pelos del Ucumar como evidencia para peritarlos nunca volvieron. Si hubo alguna conclusión, Pacheco no lo sabe y tampoco volvió a tener noticias de la mítica criatura, que ya no volvió a acercarse a su vivienda.
Cada vez que alguien se comunicó con él en estos meses repitió sin renegar de ello su historia, una y otra vez el mismo relato sin fisuras. Por eso, tal vez, se molesta cuando algún escéptico lo cuestiona. “¿Por qué tendría que mentir?”, expresó sobre el cierre de la charla, y subrayó: “Yo conozco bien lo que es un oso, y sé lo que es un Ucumar”.
Pablo Jayat, investigador independiente del Conicet, mastozoólogo, indicó que cada vez que se reporta un caso los investigadores acuden al lugar para tratar de verificar la denuncia. “Parte del trabajo es hablar con la gente, saber qué tipo de observación han hecho, si es una observación directa o indicio”, manifestó el experto. Y después, buscan evidencias que avalen el relato.
“Se dice que es un monstruo básicamente porque es un animal grande y puede pararse en dos patas, entonces adquiere una posición similar a la humana”, describió el mastozoólogo, tras lo cual remarcó que se trata de una especie “muy rara de ver”.