La increíble historia del heredero del imperio de joyas Swarovski que optó por el negocio del vino en Cuyo

La increíble historia del heredero del imperio de joyas Swarovski que optó por el negocio del vino en Cuyo
Michael Halstrick, CEO de Bodega Norton.

Dejó el famuloso negocio de las joyas y se mudó al país en 1991 cuando el grupo compró la bodega Norton. “No cambiaría Argentina por ningún otro lugar”, asegura.

Pudo elegir vivir en cualquier gran capital del mundo o quedarse en Austria, el país donde su familia va por la quinta generación al frente de la famosa marca de cristal tallado que se convirtió en un ícono de lujo y glamour desde que el fundador Daniel Swarovski inició el negocio en 1895. Pero Michael Halstrick encontró en el vino su pasión y en Argentina, su lugar en el mundo.

Nacido en Düsseldorf, Alemania, a los 4 años se mudó a Austria cuando su madre, Maya, se casó con el magnate Gernot Langes Swarovski, quien se convirtió en su padrastro y su mentor personal y profesional. Gernot le enseñó la cultura del trabajo cuando quiso evitar estudiar durante su juventud. “Me dijo que tenía que aprender idiomas y cuánto valía un dólar”, recuerda ahora.

Gran celebración de bodega Norton en Austria

Después de aquel breve período de rebeldía, Halstrick se formó en Administración de Negocios en la Universidad de North Eastern de Estados Unidos y comenzó a trabajar en el Banco de Austria en Viena, en el área de finanzas. A los 27 años, su vida parecía haberse ordenado de un modo bastante previsible, pero una propuesta de su padre llegó para sacudir aquella “zona de confort” y cambiarla para siempre.

Empezó de cero el hijo del dueño

La familia Langes Swarovski había llegado a Argentina mucho antes de invertir en una empresa. En los años 80, el matrimonio de Gernot y Maya viajaba a descansar en su estancia Mil Rosas, ubicada en San Martín de los Andes junto al Lago Hermoso. Es por esto que Michael conocía el país desde sus 17 años. Pero en 1989 el Grupo Swarovski compró la Bodega Norton (fundada en 1895 por el inglés Edmund James Palmer Norton) y comenzó para él otra historia.

“Mi padre sabía que a mí me interesaban los vinos desde mi época de estudio en Estados Unidos y me propuso hacerme cargo del proyecto en Argentina”, relata. “Mi condición fue una sola: estar desde el principio, porque había que invertir. Yo dije: ‘no quiero llegar como el hijo del dueño cuando ya esté todo listo y armado’. Quise empezar de cero, ese era el desafío”, evoca.

Se mudó en 1991 y decidió instalarse directamente en la provincia de Mendoza, tras unos meses yendo a las oficinas de la bodega que por entonces estaban ubicadas en Morón, en el conurbano bonaerense.

l choque cultural fue radical. Argentina recién salía de la hiperinflación, algo que al principio no dimensionó. “En Europa estaba acostumbrado a ver al lobbista que iba al banco para ahorrar, entonces cuando yo pasaba por un banco y veía que la gente hacía cola yo decía, ¡qué impresionante, cómo ahorra la gente en este país! Después me di cuenta de que la gente tenía miedo de perder todo y cambiaba su moneda a dólares por eso”, dice ahora, casi un experto en devaluaciones.

Norton Garden propone el concepto de after office en los jardines de la bodega. - Instagram

“Un CEO en Argentina puede ser ministro de Economía en otro país”, bromea.

-Y a pesar de eso, llevás treinta y dos años acá, sin planes de irte…

-No, no pienso en irme, y les digo a los argentinos que no se vayan. Se cree que afuera está mejor pero todo el mundo está pasando por su crisis. Creo que es un momento que uno tiene que pelear por su país y tratar de hacer lo mejor que puede, no salir y buscar algo que tal vez no lo va a encontrar.

Yo ya soy argentino, estoy casado con una argentina, no cambiaría este país por ningún lugar. Tenemos nuestros altos y bajos, pero más allá de eso, es un hermoso país. Lo digo honestamente, sin ser diplomático. Cuando uno viaja y compara, creo que siempre sigue ganando Argentina.

Cuando Halstrick comenzó a dirigir Norton, la bodega ya tenía un nombre destacado en la viticultura local, pero casi no tenía proyección internacional. Y contaba apenas con 200 hectáreas de viñedos plantados en Luján de Cuyo. “Era todo muy pequeño. Recuerdo fiestas de fin de año en las que yo personalmente servía los vinos porque no teníamos mozos”, se acuerda.

La meta, señala, siempre estuvo puesta en el largo plazo: “Sabemos que el vino necesita tiempo. Nosotros no compramos la bodega pensando en venderla después como quien invierte en la Bolsa, por eso me instalé yo acá. Estamos hablando de algo que empezó en 1989 y hubo diferentes momentos en Argentina. Siempre apostamos al futuro”.

El embajador del vino argentino

El Grupo Swarovski invirtió más de 40 millones de dólares para hacer crecer su patrimonio y poner a Norton en el mercado global, donde ahora exporta a 72 países. Con la compra de la finca La Colonia, en 1997, se expandió a 1.265 hectáreas y se convirtió en la bodega con mayor posesión de tierras en Luján de Cuyo, la primera D.O.C. del país (“denominación de origen controlada”, distinción de calidad, estilo y forma de elaboración de los vinos de la región).

Más allá de los números duros, Halstrick vivió otra transformación: de Michael a Miguel, como lo llaman todos en Mendoza. “Don Miguel” es de caminar los viñedos y hablar con los empleados y le escapa al traje y corbata detrás del escritorio. Lo suyo es más bien el bajo perfil, en las antípodas de su madre, a quien se la recuerda por sus fastuosas fiestas retratadas en tapas de revistas junto al ex presidente Carlos Menem.

Michael/Miguel se sonríe ante el recuerdo y comenta: “Mi madre era fantástica, única, yo soy como soy, cada uno tiene que ser como es. Estoy orgulloso de ella y de mi padre, son distintos momentos, solo puedo hablar lo mejor de ambos”.

Bodegas abiertas con platos llenos

Volviendo al vino, por estos días en Norton celebran un reconocimiento inusual: los 100 puntos (máxima calificación) del crítico estadounidense James Suckling a un Semillón de 1959 que atesora la cava histórica de la bodega. Aunque justo esta etiqueta no está a la venta por tratarse de una partida muy limitada de botellas de guarda, esta distinción será un nuevo as en la manga de Halstrick en su cruzada por seguir ganando posiciones en el mercado global.

“Tenemos importadores de primer nivel que nos dicen que hacemos vinos muy buenos desde el entry level hasta el tope de gama. También estamos creciendo mucho en la categoría de vinos blancos y en el mercado asiático”, se entusiasma.

-¿Qué magnitud tiene Norton dentro del portfolio del Grupo Swarovski? En un momento tuvieron inversiones en China además de Argentina.

-Bueno, ahí es un porcentaje muy pequeño, pero para nosotros siempre fue muy importante. Tuvimos una bodega en China pero cuando mi padre enfermó (N. de la R: Gernot murió en 2021) y no pudo seguir el día a día decidió venderlo, así que actualmente el único lugar donde tenemos viñedos es Argentina.

-Tus hermanos, Markus y Diana, siguen ligados a la marca Swarovski. ¿Qué es más difícil, hacer y vender joyas de lujo o un vino de alta gama?

-No se puede comparar, pero creo que lo que tienen en común es que ambos productos le dan felicidad a la gente. Estamos con ellos en los mejores momentos.

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