Están en el pabellón 6 del Area de Admisión de la Alcaidía III del complejo carcelario instalado a 20 kilómetros del centro de La Plata.
La rutina termina por convertirse en un soporte donde aferrarse para mantenerse en pie. Los ocho jóvenes de Zárate condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa (18) mantienen sin modificar un milímetro cada movimiento en el penal de Melchor Romero. Una estadía tediosa, casi calcada al primer día que ingresaron, el 12 de marzo de 2020.
A cinco meses de la decisión judicial que los condenó a prisión perpetua a cinco de ellos y a 15 años de prisión a los otros tres, todos continúan en el pabellón 6 del Area de Admisión de la Alcaidía III del complejo carcelario instalado a 20 kilómetros del centro de La Plata.
Todos se mantienen con el mismo ritual obligado. Estoicos. Aislados del resto de la población por cuestiones de seguridad. Cuando se conoció la sentencia del Tribunal Oral Criminal 1 de Dolores, el 6 de febrero pasado, la especulación era que los ex rugbiers sería trasladados a otras penitenciarías.
Se analizaba como una posibilidad para facilitar el traslado familiar. Hasta ahora, entre tres y cuatro integrantes del entorno de los rugbiers (padre, madre, hermanos) recorren todas las semanas ese camino que permite el contacto físico. Hasta ahora, todos cumplieron con ese mandato de acompañamiento, según fuentes penitenciarias.
En Romero comparten dos celulares, que no tienen acceso a redes sociales y sí a mensajes de texto. Tienen habilitadas las visitas de cuatro familiares cada uno. Algunos rotan los nombres. Uno de ellos pidió incorporar una joven, que sería su pareja. De las consultas en el entorno y entre las autoridades surge que sólo uno de ellos tiene una relación de esas características.
El abogado que los defiende no solicitó un cambio de lugar de reclusión. Esa variante se analizó como un elemento que permitiera favorecer la contención familiar. Viajar de Zárate a Romero (160 kilómetros) demora dos horas y media de promedio.
La opción de Campana asomaba como la más favorable. Queda a sólo 20 minutos del domicilio donde vivían los ahora recluidos.
“La Justicia debe preservar el estado de los detenidos. Y el Servicio Penitenciario debe ofrecer condiciones dignas”, se mantiene como estrategia desde la defensa de los rugbiers.
Por lo tanto, Ayrton Viollaz (23) y Enzo Comelli (22) siguen ocupando la celda número 6 del pabellón penitenciario que los aloja desde hace más de tres años. Máximo Thomsen (23) y Luciano Pertossi (21) permanecen en los camastros de la 7. Lucas Pertossi (23) y Blas Cinalli (21) todavía ocupan la 8 y Ciro Pertossi (22) comparte con Matías Benicelli (23) la número 9.
Todas son idénticas y tienen las mismas dimensiones: apenas algo más de 2x2 metros.
Los diferentes roles que según la Justicia asumieron en el homicidio de Fernando no modificaron sus ubicaciones en el pabellón. “Eso lo pueden definir ellos y decidieron mantenerse. Es una cuestión de afinidad. Pero no hemos registrado cortocircuitos en la relación que mantienen”, dijo a Clarín una fuente del Servicio Penitenciario Bonaerense.
El régimen interno definido por las autoridades resulta la carga más pesada para sobrellevar. “Están 20 horas encerrados y tienen cuatro para realizar alguna actividad. No sabemos cuán profundo pueda impactar esa situación en la salud mental de los chicos”, reconocieron en el entorno de los detenidos.
En la alcaidía tienen permiso para ir al patio de recreos y según los días, pueden realizar actividades de esparcimiento o deportes. A veces están guiados por un profesor de educación física.
El régimen de visitas es igual al del resto de los alojados. El contacto con sus familiares requiere autorización previa y es en los horarios establecidos. Reciben, como todos los detenidos, comida y ropa en las visitas.
Tienen asignado -como cualquier interno- una asistencia psicólogica. “Cuando la profesional lo considera necesario los asiste. Están en tratamiento. Pero ahí rige el secreto profesional. De eso, sabemos nada”, sostuvo la fuente consultada por este diario.
Sin embargo, desde el entorno de los condenados aseguran que “la convivencia se mantiene tranquila, sin sobresaltos, aún cuando deben tolerar tantas horas de encierro por día”. La decisión de mantenerlos aislados desde el primer minuto de su estancia en Romero los obliga a sostener invariable la relación intestina. “Aunque trascendieron supuestas peleas, no son ciertas. No constan en los reportes oficiales y tampoco nos constan a nosotros”, sostienen en la defensa de los condenados.
Tres años y cuatro meses después de su ingreso al penal, todavía los consideran prisioneros “de riesgo”. Los directivos de la unidad prefieren mantener el estado actual de alojamiento a intentar alguna variación.
“En estos casos de detenidos ‘famosos’ se intenta preservarlos porque siempre generan algún tipo de reacción”, dijeron en la penitenciaría. Eso ocurrió en las primeras semanas de su llegada a la Alcaidía III. Entonces, los hostigaban desde otros pabellones y los insultaban cuando los identificaban a distancia en los patios internos.
Ahora eso ya no ocurre. Hace unos días se viralizó una filmación en la que se los veía -supuestamente- cortando el pasto del patio. Era falsa. No eran ellos. Pero igual hubo advertencias para los encargados del control.
Condenas y apelaciones
El cambio de estatus jurídico de los ocho involucrados en la muerte (ahora son condenados en primera instancia y siguen los recursos apelativos), no modificó la estrategia defensiva. Hugo Tomei continúa como abogado de todo el grupo. Sigue con una misma postura que desplegó en las 12 audiencias del juicio oral y que sostiene desde que tomó la defensa de este caso. Su hipótesis -tambien adscripta por los familiares- es que hay contra los jóvenes una condena “mediática” que la Justicia no tendría intenciones de desmoronar.
El 6 de febrero de este año, los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari condenaron a Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi a prisión perpetua por ser coautores del crimen.
Consideraron probado que fueron autores del delito de homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en concurso ideal con lesiones leves.
Viollaz, Cinalli y Lucas Pertossi recibieron 15 años por partícipes secundarios de esa misma imputación.
Cuando se leía la sentencia, había 95.000 usuarios en línea por la plataforma de streaming que transmitía en vivo el proceso. Un récord para una audiencia judicial.
Mientras esperan una definición del Tribunal de Casación al que apelaron la defensa y la acusación, los ocho rugbiers de Zárate siguen aferrados -además de la insoportable rutina- a la tenue chance de una revisión de la postura de los jueces que los condenaron. Es una opción mínima. Pero ayuda como soporte anímico.