Adriana Tytiun dice que a las nuevas generaciones no les preocupa ver de lejos porque tienen todo la pantalla. Qué hacer para contrarrestar este hábito y la importancia de la consulta anual al oftalmólogo.
“El cuidado de la salud visual es fundamental en todo sentido. Cuando no vamos al oftalmólogo y vamos a la farmacia a pedir el famoso colirio, o pasamos por la calle y nos compramos un anteojo, no sólo nos podemos hacer daño sino que estamos evitando el momento mágico en el que el oftalmólogo te revisa y puede pesquisar enfermedades que son silenciosas y que te pueden dejar ciego”.
La que habla y alerta es la oftalmóloga Adriana Tytiun, miembro del Consejo Argentino de Oftalmología. Según las estadísticas con las que cuentan, 9 de cada 10 patologías oculares son prevenibles si se controla periódicamente la salud visual. Pero esto no siempre sucede. La experta hace hincapié además, en esta entrevista, en que está habiendo “una epidemia de miopía” producto del abuso de las pantallas.
-En este escenario de falta de conciencia por la prevención, ¿sería “favorable” tener un problema en la vista para estar obligado a ir al oftalmólogo?
-El control oftalmológico es anual. Todo los años tenemos que hacernos un control, salvo que el oftalmólogo te diga que tenés que ir más seguido, nunca menos. Es como que me digas que no vas al dentista a controlarte los dientes porque no te duele la muela. Sabés que tenés que ir una o dos veces por año. Todos tenemos que ver bien. Somos seres fundamentalmente visuales. Los ojos son nuestra conexión más importante con el universo.
-Hay enfermedades con las que hay más predisposición a tener problemas visuales, como la diabetes. ¿Ahí sí hay más prevención?
-Lo que en general la gente no sabe es que después de una cantidad de años, el 90 por ciento de los diabéticos va a tener patología oftalmológica. Y es muy loco que algunos de los médicos diabetólogos de la nueva generación no mandan al paciente al oftalmólogo para un fondo de ojo. Y esa es la instancia en la que puedo ver los vasos y decir “esto está bien o esto está mal”. Es más fácil que sacar sangre.
-¿Qué se puede ver y prevenir a través del ojo en el diabético?
-Cuando hago el fondo de ojo me voy a encontrar con pequeñas hemorragias, edemas o lo que fuere, que me avisan que eso que estoy viendo en el ojo está pasando en el cerebro, en las piernas y en todo el cuerpo. Entonces yo le puedo avisar al diabetólogo que algo en el tratamiento del paciente no está funcionando. Y por mi parte puedo hacer un tratamiento para contrarrestar esto en el ojo y prevenir problemas mayores en la vista.
-Más allá del paciente diabético, ¿qué otras patologías oculares silenciosas hay que controlar en el común de la gente?
-El glaucoma, que es el daño en el nervio óptico que se asocia al aumento de la presión intraocular. La presión intraocular no da síntomas. En realidad mucha gente cree que se asocia a cuando le tiembla el párpado. Y no es así, no tiene nada que ver. Eso son calambres musculares, como cuando se te acalambra el pie cuando estás durmiendo. Pero eso hace que por lo menos la gente venga a tomarse la presión. El glaucoma va matando las neuronas, una por una, y te quedás ciego. No te enteraste, no te diste cuenta.
-¿Se puede dar sin antecedentes familiares?
-Muchas veces es una enfermedad que se hereda. Cuando alguien en la familia tiene, el resto ya está avisado que se tiene que controlar. Pero otras veces podés ser el primero. Y es tan fácil como tomar la presión o hacer un fondo de ojo para mirar un poco más allá. Y si se detecta se puede controlar, a veces con una gota, a veces con un láser. Y estás evitando ceguera. Algo que con ningún anteojo después podés recuperar.
-¿A qué otras patologías que no avisan hay que prestarles atención?
-El ojo es muy chico, mide 2,3 centímetros, pero tiene muchas posibilidades de patologías. Para empezar está la miopía, que es la enfermedad que provoca disminución de la visión más frecuente en la gente joven. Estamos en medio de una epidemia de miopía. Cuando yo empecé a enseñar en la facultad, hace una vida entera atrás, pedía que levantara la mano el paciente miope y era uno o dos. Hoy es más de la mitad. Y esto tiene que ver con cómo usamos la visión cercana. El miope ve bien de cerca y entonces es como que todos estamos queriendo ser miopes.
-¿Cómo que queremos ser miopes?
-Porque queremos ver bien de cerca, estamos con el celular, la computadora. Esto hace que el ojo esté en “modo cerca”. Hay un caminito que estamos tomando a ser todos miopes. Acá hay que prevenirlo, especialmente en los niños. Porque además la miopía después te puede provocar catarata, glaucoma, desprendimiento de retina, maculopatía y, nuevamente, te quedás ciego. Tal vez no ceguera absoluta, pero sí lo que se llama ceguera legal.
-¿Por qué la miopía puede derivar en esas patologías?
-El ojo miope muchas veces es un ojo más largo. Es un ojo que siguió creciendo y no así todo el resto de lo que hay en el ojo, por ejemplo la retina. Esto hace que la retina esté tironeada. Es como que engordaste 40 kilos y seguís usando la misma ropa. Vas a tener la ropa estirada, desgarrada. Entonces tenés mucho riesgo de desprendimiento de retina y otras enfermedades como la maculopatía. La macula es con lo que nosotros leemos, lo que nos da la capacidad visual máxima. La maculopatía te da un manchón en el centro que no te permite leer bien. El paciente con miopía tiene, además, un 30 por ciento más riesgo de tener glaucoma y de tener antes cataratas.
-¿Y esa prevención choca con la tendencia del ojo en “modo cerca”?
-Sí, es muy loco. Los chicos, antes, vos les dabas anteojos y estaban chochos. Se ponían el anteojo porque veían el mundo, veían de lejos. Hoy, les das un anteojo para ver de lejos y se lo sacan. Porque como de cerca ven bien, no le interesa ver de lejos. Yo les digo a los chicos en el consultorio: a mí me interesa que en la calle puedas saber si alguien te está mirando, tenés que interactuar con el afuera. Y esto hoy es como que no tiene importancia, porque lo importante es ver la compu o el celu.
-El mundo es a través de la pantalla y la pantalla está cerca.
-Exactamente, estamos en medio de un cambio de paradigma enorme a nivel oftalmológico, pero además de educación. Los chicos te dicen que no necesitan ver de lejos. Ni siquiera ven la tele, miran Netflix en la compu. Y la compu la ven bien. Entonces te dicen: uso los anteojos en la escuela.
-¿Y esto se puede frenar o es parte de las variables adaptativas históricas del ser humano?
-Hay determinados ejercicios que uno puede hacer. Tenemos que promover el desenfoque, tratar de que los chicos quieran mirar de lejos. Para eso hay algo que se llama “20-20-20″, que es cada 20 minutos de visión cercana, 20 segundos de mirar por la ventana. Y que cuando miren el celular miren al frente, no hacia abajo, porque cuando mirás hacia abajo lo que más lejos tenés es el piso. Y hacer que los chicos salgan de su cuarto, algo que fue muy complicado postpandemia. Que salgan a la calle y estén al aire libre. Las aulas de los países desarrollados son todo vidrio, las nuestras están encerradas, gracias si tenemos una ventana.
-¿Cuánto hay de genético y cuánto de hábito en la miopía con la cuestión de las pantallas?
-Estamos en este momento: muchos chicos que no tienen una predisposición genética a la miopía son miopes por el uso de las pantallas.