Hace 90 años se fundó la Gestapo, un símbolo del terror del régimen nazi. La policía secreta liderada por Adolf Hitler fue un elemento fundamental en la maquinaria represiva y letal del régimen antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
La sola mención de su nombre es capaz de hacer erizar la piel. La Gestapo hoy cumple 90 años y aún sigue candente la marca de horror que la policía creada por Adolf Hitler llegó a dejar en la Historia.
La Geheime Staatspolizei (Gestapo) fue la Policía Secreta del Estado, una de las organizaciones más temidas de la Alemania nazi. Se creó un 26 de abril de 1933 y sus gestores fueron dos funcionarios de Hitler: Hermann Göring y Heinrich Himmler, quienes buscaban combatir a los oponentes políticos del régimen y garantizar la seguridad interna del nazismo.
Göring era amigo personal de Hitler, y no por nada ostentaba el cargo de ministro del interior de Prusia, por entonces el estado más grande de la República de Weimar. El territorio que conformaba el Imperio Alemán estaba dividido en pequeños estados con sus propias fuerzas policiales. Sin embargo, durante los años 20 y 30 del siglo pasado surgieron nuevos cuerpos policiales que se pusieron al servicio de Hitler. Estos incluyeron las SA y las SS, responsables de proteger al líder nazi y sus seguidores cercanos, así como las SD, el servicio de inteligencia de la SS. En 1933, todas las fuerzas policiales estaban bajo el control del régimen nazi.
Pero ese objetivo inicial de luchar contra opositores rápidamente creció y la Gestapo se convirtió en una fuerza de represión y control, sembrando el terror entre la población alemana y en los territorios ocupados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Esta policía secreta se encargaba de investigar y detener a cualquier persona considerada una amenaza para el régimen nazi, incluyendo a judíos, gitanos, homosexuales, disidentes políticos, comunistas y cualquier persona sospechosa de estar en contra del partido nacionalsocialista. Los métodos utilizados para obtener información y confesiones eran brutales, incluyendo tortura, interrogatorios prolongados y amenazas contra los familiares.
Además de su papel en la represión interna, la Gestapo también se encargaba de la seguridad en los territorios ocupados por los nazis. En este contexto, fue responsable de la implementación de las políticas de exterminio contra los judíos y otras minorías étnicas y religiosas, que llevaron a la muerte a millones de personas durante el Holocausto.
La Gestapo tenía poderes casi ilimitados y operaba de manera autónoma, sin la necesidad de rendir cuentas a ninguna otra autoridad en el Estado nazi. Sus agentes gozaban de impunidad y estaban exentos de cualquier tipo de responsabilidad legal, lo que les permitía actuar con total libertad.
Bajo el mando de Himmler
El 17 de junio de 1936, Heinrich Himmler, uno de los gestores de la Gestapo, se convirtió en jefe de la Policía alemana.
A pesar de su papel en la represión y el genocidio durante el Holocausto, Himmler también tenía una imagen de familia feliz y trabajadora, que cultivaba cuidadosamente para sus seguidores y para la opinión pública. Himmler estaba casado y tenía dos hijos, a los que solía llevar de vacaciones y con los que se mostraba cariñoso y cercano.
En los últimos días de la guerra, Himmler intentó negociar una paz con los aliados occidentales, pero fue descubierto y detenido por las fuerzas británicas. Mientras estaba bajo custodia, Himmler fue sometido a un examen médico que reveló que había contraído sífilis, una enfermedad que en aquel entonces no tenía cura. Temiendo la vergüenza y el castigo por su enfermedad, Himmler decidió acabar con su vida y se envenenó con cianuro el 23 de mayo de 1945.
Tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, la Gestapo fue declarada ilegal y sus miembros fueron juzgados por crímenes de guerra y contra la humanidad. Muchos de ellos recibieron condenas por sus acciones, pero algunos lograron escapar y continuar su vida en la clandestinidad.