También conocida como grasa visceral, puede ser un indicio de problemas de salud, más allá de lo estético. Puede influir en el apetito, el peso, el estado de ánimo y la función cerebral.
La grasa abdominal es una de las razones estéticas con la que más luchan los hombres -aunque las mujeres no están exentas-, pero lo más importante es que la “panza cervecera” puede ser un indicio de graves problemas de salud.
Entre los profesionales se lo denomina “síndrome metabólico”, y está relacionado a un colesterol alto, hipertensión, resistencia a la insulina, a largo plazo diabetes y con aterosclerosis (tapones en las arterias).
Fisiológicamente sucede que la grasa abdominal rodea algunos de los órganos más importantes como el hígado, el estómago y los intestinos. Y si bien tener los brazos más tonificados o el pecho más ancho son partes del cuerpo más tentadoras para trabajar, el abdomen no puede quedar atrás ya que se trata de prevenir enfermedades graves.
También conocida como grasa visceral, se almacena en la cavidad abdominal y comparte espacio con órganos importantes por eso es que su cuidado es fundamental. Esta grasa se destaca por bombear varias sustancias inflamatorias, lo que interfiere con las hormonas que regulan el apetito, el peso, el estado de ánimo, la función cerebral y eleva los niveles de cortisol, responsable de regular el estrés.
De hecho, la grasa abdominal está asociada con un mayor riesgo de enfermedades como la diabetes o problemas cardíacos. La buena noticia es que la “panza cervecera” es totalmente evitable con un buen hábito alimenticio y actividad física que lo complemente. Con respecto a esto último, los especialistas recomiendan dos tipos de ejercicios, de fuerza y aeróbico.
Sin embargo, también es importante aclarar que no se puede hacer un trabajo puntual para bajarla, sino que va de la mano con un descenso generalizado del peso. En este sentido, especialistas de Mayo Clinic recomiendan lo siguiente para disminuir la grasa abdominal:
- Tener una dieta saludable: concentrarse en alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras y granos integrales. Elegir fuentes magras de proteína como el pescado y los productos lácteos bajos en grasa y limitar las grasas saturadas, que se encuentran en la carne y en lácteos con alto contenido de grasa, como el queso y la manteca
- Mantener el tamaño de las porciones bajo control: incluso cuando se eligen opciones saludables, las calorías se suman. Tanto en el hogar como en los restaurantes, hay que disminuir la porción de comida que se ingiere habitualmente
- Reemplazar las bebidas azucaradas: tomar agua o bebidas con edulcorantes artificiales
- Incluir la actividad física en la rutina diaria: se recomienda hacer actividad aeróbica moderada, como caminar a paso ligero, durante al menos 150 minutos a la semana o actividad aeróbica vigorosa, como correr, durante al menos 75 minutos a la semana