La fiesta fue total, en el estadio Bielsa la gente pudo ver jugar al campeón del mundo y disfrutar de los tres tantos que anotó.
El colosal homenaje a Maxi Rodríguez se transformó en la mejor fiesta de cumpleaños que pudo tener alguna vez Lionel Andrés Messi. Los 36 del mejor jugador del planeta fueron especiales. En su primer cumple como campeón del mundo, el 10 de la Selección celebró en su tierra, rodeado de familia primero y de amigos del fútbol y de hinchas de Newell’s, después.
El rosarino dejó la intimidad de su casa y la tranquilidad de las vacaciones y se hizo presente en un Coloso prendido fuego de clamor, de amor y de devoción absoluta por él para cumplir con su amigo Maxi y, de paso, seguir cargándose del afecto de los argentinos. “Es un día hermoso para estar acá, es mi primer cumpleaños como campeón del mundo y es especial. Hacía mucho tiempo que no lo pasaba acá, en Rosario, con mi familia y con mis amigos”, dijo.
Por cuestiones de calendario, casi siempre le toca festejarlo lejos de su hogar. A veces en el medio de un Mundial, a veces de una Copa América, entre las paredes de una concentración invulnerable, haciendo videollamada con su mujer y sus hijos y el resto de sus allegados para saludarlo a la distancia. Pero este 24 de junio fue totalmente diferente para Messi.
Gracias a la tremenda despedida que organizó La Fiera en el estadio de Newell’s, Leo pudo escuchar el cantito de feliz cumpleaños entonado por más de 40 mil almas parado sobre el mismísimo campo de juego. Ahí, en ese escenario en el que nunca pudo jugar de manera profesional, La Pulga se dio el gusto de divertirse un rato en la húmeda tarde-noche de Rosario haciendo lo que más le gusta: jugar un rato a la pelota.
La intriga alrededor de la asistencia de Messi se mantuvo hasta último momento. Nadie supo con certeza absoluta si iba a ser parte de este evento hasta que cruzó la puerta del vestuario local con los botines en la mano y una gran sonrisa en su cara. Como pidiendo permiso ingresó el flamante refuerzo del Inter Miami al camarín para saludar uno a uno a los presentes, entre ellos, Angel Di María, Leandro Paredes y Lionel Scaloni, con quienes levantó la Copa en Qatar 2022.
El operativo de seguridad funcionó a la perfección. La custodia en la puerta del barrio privado de Funes, situado a unos 30 minutos en auto desde la ciudad de Rosario, fue permanente durante todo el sábado, que amaneció con una densa niebla que perduró hasta el anochecer. El hecho de no saber a ciencia cierta si Leo iría hizo que no se produjera demasiado movimiento en esa zona y estuvo bastante despejada. Se habló de la opción de trasladarlo por la vía aérea, aunque no hizo falta.
Después de compartir un almuerzo con su familia más cercana y de soplar las velitas junto a su mujer Antonela y sus hijos Thiago, Mateo y Ciro, Messi se subió a un auto de la organización y fue llevado por ruta cuando el show ya había comenzado en el estadio Marcelo Bielsa y todos los hinchas ya estaban adentro disfrutando de la música de Los Totora y del Mono de Kapanga.
Cuando los animadores estaban a mitad de la presentación de cada participante que iba saliendo al terreno, Lionel Andrés llegó, se cambió y esperó a que lo presentaran de manera especial. “¿Sabés si va a venir Messi?”, la pregunta por las callecitas del Parque de la Independencia era esa y nada más que esa en las horas previas. Se cantaba por Maxi Rodríguez, claro, pero todo querían saber al mismo tiempo si iban a poder ver al capitán de la Scaloneta.
“¡Llegó, está acá!”, se empezó a replicar por las tribunas. Y cuando se anunció su nombre para que saliera al césped, el estadio, ese en el que de chiquitito soñaba con llegar a jugar mientras desparramaba rivales con menos de 12 años, estalló por completo. “¡Y Messi tiene Lepra!”, fue el primer hit que le regaló el pueblo de Newell’s, club del cual surgió antes de emigrar a Barcelona. “Esta es tu casa, podés volver”, fue el otro cantito que copó los cuatro costados.
“Siempre es lindo venir a Rosario. La de Newell’s y de Central, gente más allá de los colores, siempre es cariñosa conmigo. Hace poquito se nos dio lo que todos queríamos y eso es lo más importante. Es lo máximo”, contó Messi sobre el cariño de los fanáticos y sin soltar el título mundial logrado el último 18 de diciembre.
Eso sí, cuando llegó el momento del fútbol, Leo le obsequió al público y a Maxi su magia: golazo de tiro libre y dos tantos más (uno de emboquillada) vistiendo la camiseta argentina junto a Andújar, Milito, Scaloni, Sorín, Cambiasso, Gago, Rodríguez, D’Alessandro, Saviola y Di María. Reverencias y ovaciones no faltaron y más de una vez se escuchó: “¡Meeessi, Meeessi!”.
Se puso al día con su amigo Gaby Milito a pura charla, se saludó con el Bati y Sensini y disfrutó cada instante, aun cuando le tocó sentarse en el banco en el segundo tiempo.
No, no se puso la camiseta de Newell’s, como muchos soñaban en Rosario. En realidad, nadie lo había anunciado y Leo eligió no regalar una postal que hubiera dado la vuelta al mundo, opacando quizás el homenaje a la Fiera.
Leo Messi vivió una noche de cumpleaños que jamás olvidará. La de sus 36, siendo campeón del mundo, jugando al fútbol en la cancha de Newell’s y metiendo un hat-trick. El mejor regalo.