Las ventas al exterior de fraccionados han tenido un descenso del 25% de enero a octubre y las de granel, del 36%. No vislumbran un cambio para cerrar el año.
En los diez primeros meses de 2023, Argentina exportó 165 millones de litros de vino, es decir, casi 64 millones de litros menos que en el mismo período de 2022; lo que implica una caída del 27,8%. De ese total, detalla el informe de anticipo de exportaciones del INV, el 77,6% corresponden a vinos fraccionados -que registran un descenso de 25%- y 22,4% son vinos a granel, que han disminuido 36,1%.
Como contraparte, el precio promedio del vino total en el acumulado enero-octubre fue de US$ 3,51 por litro, lo que marca un incremento del 13% en comparación con el que tenía el año pasado. El fraccionado alcanzó los US$ 4,24 por litro (+9,3%) y el granel a US$ 1,01 por litro (+20,4%).
Fraccionados
Ramiro Barrios, director de Comercio Exterior de Bodegas de Argentina, manifestó que la industria atraviesa una situación compleja y que, lejos de haber una perspectiva de mejora, los factores que explican esta caída se van potenciando. Por una parte, detalló que el contexto externo es menos favorable que otros años, por ajuste de inventarios y una baja de consumo asociada a la inflación en los mercados de destino y nuevas tendencias. A esto se suma la variedad de problemas domésticos, que también tienen un impacto directo en la disminución de las ventas, por falta de competitividad internacional.
Reconoció que ha habido dos medidas que han apuntado a intentar recuperar ventas al exterior: la eliminación de las retenciones a las exportaciones vitivinícolas para todas las empresas a partir del 1 de septiembre y la extensión del Programa de Incremento Exportador desde el 11 de octubre al 17 de noviembre.
En cuanto a la primera, planteó que va en la dirección que se necesita, pero resulta insuficiente. Mientras que la segunda, que permite liquidar el 30% de las divisas a la cotización del dólar contado con liquidación o MEP -lo que arroja un tipo de cambio de alrededor de $530-, mejora la ecuación, pero es un paliativo temporal, que no resuelve el “gran problema estructural, que es la falta de previsibilidad, de competitividad y de acceso al crédito”.
Por otra parte, explicó que el decreto de extensión del programa nacional no explicitó los requisitos de acceso. Se debe recordar que uno de los que más objeción generó en la industria vitivinícola fue que las empresas debían incluir todas sus etiquetas en Precios Justos, con aumentos muy acotados. Así, como no estaban detalladas las condiciones, algunos bancos incluyeron la declaración jurada de ser parte del acuerdo. De todos modos, añadió que, desde mediados de la semana pasada, algunas bodegas han podido acceder.
Nuevo peligro
A este panorama, comentó Barrios, se está sumando una nueva situación, que “no es nueva, pero está llegando a un límite peligroso”: la imposibilidad de pagar los insumos que se traen del exterior y que son, a su vez, fundamentales para poder exportar. El directivo de Bodegas de Argentina planteó que la industria vitivinícola tiene una balanza comercial muy favorable, ya que importa, en promedio, unos US$ 200 millones al año, mientras las exportaciones alcanzan los US$ 800 millones.
Esto atenta, subrayó, con la continuidad del ritmo habitual de ventas al mercado externo, porque ya hay empresas que están esperando que les autoricen una SIRA -o están aprobadas, pero no les liberan el pago-, para poder cumplir con sus compromisos, ya que necesitan algún elemento que no se produce en el país, como corchos o papel para etiquetas.
Barrios indicó que, cuando una exportación se demora, se puede replanificar, pero también es probable que esa venta se pierda y el consumidor no deja de consumir vino, sino que opta por alguna otra etiqueta que encuentra en la góndola. Y después, recuperar ese mercado es mucho más complejo.
Ante esto, consideró que la caída de las exportaciones, lejos de poder recuperarse a fin de 2023, se mantendrá o, incluso, podría acentuarse. Es que, normalmente, el importador evalúa su stock y emite las órdenes entre 30 y 45 días antes del despacho efectivo, por lo que los pedidos ya deberían estar en manos de las bodegas; lo que no ha sucedido. Y la posibilidad de que el descenso se profundice se asocia a esos envíos que no se están pudiendo realizar por faltantes de algún insumo importado.
Graneles
José Bartolucci, presidente de la Cámara Argentina de Vinos a Granel, señaló que, en los diez primeros meses de 2023, se han exportado 37 millones de litros de granel, lo que es muy poco y está 36% por debajo de los números de 2022. Compartiendo el análisis de Barrios, detalló que la producción de uva fue muy baja, los mercados han estado convulsionados y ha habido caída de consumo en los destinos internacionales, mientras la macroeconomía argentina tampoco ha ayudado.
Por otro lado, rescató que se han incrementado los precios de los vinos a granel y, por eso, ha ingresado un 20% más de divisas. También, que se ha trabajado principalmente con varietales, porque los genéricos, pese a que son de excelente calidad, no están competitivos en precios. Lo mismo le sucedió, indicó, al mosto, que en lo que va de 2023 ha tenido una merma en las ventas al exterior del 54% en volumen y 44% en facturación.
Sin embargo, señaló que hay un problema muy grave con la dificultad para pagar servicios al exterior, porque las Sirase se demoran y no se están pudiendo cancelar los fletes. Explicó que hay un atraso de meses, al punto que algunas autorizaciones están pendientes desde mayo, y hay proveedores que están por iniciar acciones judiciales. Y, aunque no se llegue a ese extremo, como mínimo, no se pueden hacer nuevos despachos. Asimismo, resaltó que, en este caso, son exportaciones que se realizaron e ingresaron las divisas.
En cuanto al panorama futuro, Bartolucci mencionó que les preocupa la competencia con Chile, Sudáfrica, Australia e, inclusive, Europa (cuyos precios han subido, pero no al mismo ritmo que los de Argentina). En este sentido, manifestó que espera que, a partir del 10 de diciembre, se conozca el plan económico y se pueda despejar la incertidumbre.
Y señaló que, al parecer, este año no van a haber heladas importantes -en 2022, hubo dos de gran intensidad el 1 y 2 de noviembre-, por lo que, de no mediar otras contingencias, la cosecha debiera ser más abundante que la anterior.