La Organización de Cooperación de Shanghái es un organismo centrado principalmente en cuestiones de seguridad regional, la lucha contra el terrorismo regional, el separatismo étnico y el extremismo religioso.
El gabinete saudí ha aprobado un memorando para que el país árabe se una como socio de diálogo a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), a la que pertenecen Rusia y China, en su estrategia de acercarse cada vez más al bloque euroasiático, según informaron hoy fuentes oficiales.
“Se aprueba el memorando sobre la concesión al reino de Arabia Saudita del estatus de miembro asociado en el diálogo en la Organización de Cooperación de Shanghái”, dijo la agencia oficial de noticias saudí, SPA, sin dar más detalles. Esta decisión se aprobó en la sesión que el rey saudí, Salmán bin Abdulaziz, presidió en el Palacio Al Salam de la ciudad de Yeda.
Ser miembro asociado con el diálogo es uno de los pasos previos para ser miembro de pleno derecho de la organización, que es una entidad euroasiática de carácter político, económico, de seguridad internacional y de defensa, conformada por China, India y Rusia principalmente y en expansión regional sobre todo en los últimos dos años.
Desde su creación en 2001, la OCS se ha centrado principalmente en cuestiones de seguridad regional, la lucha contra el terrorismo regional, el separatismo étnico y el extremismo religioso. Pero también se ha visto a esta organización como una asociación para contrarrestar el poder de Occidente, sobre todo en materia de seguridad territorial ante la fuerte presencia de bases militares estadounidenses y de la ampliación de la OTAN hacia las fronteras de los países miembro.
Arabia Saudita se está acercando cada vez más a China y esto ha quedado reflejado en el papel mediador del país asiático para normalizar las relaciones entre el primero e Irán, que se rompieron hace siete años y que hace pocos días se transformó en una instancia superadora al firmar un acuerdo comercial y de restablecimiento diplomático, a pesar de las históricas diferencias y del rol de “contralor” estadounidense que ejerció el reino saudí durante las últimas décadas en la región.
Esta relación con Washington parece estar resquebrajándose hace años, primero con las negativas a algunas exigencias en torno a la producción de petróleo para condicionar el precio internacional del barril y así presionar a países como Venezuela o Rusia, y ahora con estos acercamientos regionales que ponen en jaque la hegemonía estadounidense en Medio Oriente.