El continente africano vive una proliferación brutal de grupos que responden a Estado Islámico. Este fin de semana, un grupo de fieles católicos fue masacrado en Burkina Faso y en Mozambique ya son más de 75.000 los civiles desplazados por ataques terroristas.
Los ataques de los yihadistas de Ahl al-Sunnah wa al-Jamma’ah, afiliados al ISIS, se han intensificado en la provincia de Pemba, en el norte de Mozambique. En los últimos días, la pequeña ciudad pesquera mozambiqueña de Quissanga, ubicada aproximadamente a 65 km al norte de la capital provincial de Cabo Delgado y de la ciudad portuaria de Pemba, ha sido invadida y ocupada por yihadistas.
“Las mujeres capturadas enfermas de SIDA que se conviertan al islam pueden ser liberadas a cambio de un rescate o asesinadas si se niegan a convertirse”, se lee en una circular de Estado Islámico difundida luego de ataques perpetrados en septiembre de 2023, donde asesinaron a 11 cristianos y se llevaron a todas las mujeres que participaban de una celebración reigiosa. “Aquellas que se conviertan al islam y no estén contaminadas pueden ser entregadas [a miembros del EI]”.
El 12 de febrero fue atacada la localidad de Mazeze, en el distrito de Chiúre, donde los yihadistas han destruido importantes infraestructuras como el hospital, el mercado y la misión católica de Nuestra Señora de África.
La OIM (Organización Internacional para las Migraciones) estima en 71.681 personas el número de desplazados que huyeron de los ataques en Macomia, Chiure, Mecufi, Mocimboa da Praia y Muidumbe entre el 22 de diciembre y el 25 de febrero. Desde 2017, esta provincia rica en gas del norte del país, una excolonia portuguesa, es presa de la violencia de grupos terroristas liderados por yihadistas vinculados al grupo Estado Islámico (EI).
En Burkina Faso, una pequeña comunidad de fieles que se reunía para la oración dominical bajo la dirección de un catequista ha sido víctima de un cruel asalto yihadista el pasado domingo, 25 de febrero, en Essakane, un pueblo situado a 45 km de Dori, en la región del Sahel, al noreste de Burkina Faso. Allí, los terroristas ingresaron a una pequeña capilla en medio del sermón matinal y asesinaron a los tiros a 15 personas e hirieron a varios más.
El pueblo de Essakane está situado en la llamada zona de las “tres fronteras”, en el límite entre Burkina Faso, Malí y Níger, guarida de grupos yihadistas. Según ha declarado el obispo de Dori, Laurent Dabiré, “el atentado tuvo lugar hacia las 8.30 horas del domingo 25 de febrero. Los yihadistas irrumpieron en la capilla donde se estaba celebrando la oración dominical bajo la dirección de un catequista. Desde 2018, de hecho, la mayor parte de la comunidad de fieles se ha visto obligada a huir debido a la violencia de los grupos yihadistas. Solo quedan unas pocas personas que, a falta de un sacerdote permanente, se reúnen los domingos para una oración común dirigida por un catequista”.
El mismo domingo 25 de febrero, decenas de fieles musulmanes murieron en un ataque yihadista contra una mezquita en Natiaboani, al este de Burkina Faso. ”Individuos armados atacaron una mezquita en Natiaboani el domingo hacia las 5 de la mañana (hora local y Greenwich), dejando varias decenas de muertos”, ha declarado una fuente de seguridad. “Las víctimas son todas musulmanas, en su mayoría hombres que se habían reunido en la mezquita” para rezar, según un testigo en el lugar de los hechos.
La presencia de grupos yihadistas se está extendiendo de forma alarmante en todo el continente africano y las manifestaciones a favor de la violencia contra todo grupo que no profece la yihad islámica están proliferando en todo el mundo.