César Sena, su pasión por las artes marciales y cómo las usó para asesinar a Cecilia

César Sena, su pasión por las artes marciales y cómo las usó para asesinar a Cecilia
César Sena, el asesino especialista en artes marciales.

Su madre salió campeona provincial de judo cuando era joven. En el gimnasio lo recuerdan como un chico callado, disciplinado y muy bueno para hacer llaves o estrangulaciones. Iba siempre prefumado.

En el gimnasio no pueden salir del asombro. Era un chico tan reservado, que iba de anteojos, peinado, todo perfumado y prolijito a practicar. Que tenía devoción por las artes marciales y conocía de varias ramas. Siempre atento a los demás, nunca un problema de indisciplina, una actitud fuera de lugar. Salvo por un par de detalles, el César Sena que conocieron sus profesores no se condice con el que describe el Equipo Fiscal Especial (EFE) que investiga el femicidio de Cecilia Strzyzowski. La chica que muchas veces lo acompañaba a entrenar.

El punto es que los detalles donde sí se cruzan esas dos caras de César están vinculados con la manera en que creen que se produjo el crimen. Sin rastros de sangre, la sospecha más firme que tiene la fiscalía es que Cecilia murió estrangulada con alguna llave de ahorcamiento ejecutada a sus espaldas.

él era “realmente muy bueno” con ese tipo de maniobras de agarre, según reconstruyen sus profesores.

Clarín pudo charlar con algunos de los entrenadores que lo tuvieron en el gimnasio donde asistía desde hace al menos cuatro años. Es un club de barrio, ubicado a unas cuadras del centro, donde se respiran las artes marciales. Los carteles indican los horarios de clases de taekwondo, judo, MMA o kick boxing. Hay chicos de apenas poco más de cinco o seis años dando vueltas con sus kimonos blancos afuera del buffet. El ambiente es familiar.

César Sena (19) practicó una variedad de artes marciales desde su infancia. La pasión la heredó de su madre, Marcela Acuña (51), quien fue varias veces campeona provincial de judo durante su juventud. “Era muy buena”, cuentan. Su hijo sacó algo de eso, pero eligió otras disciplinas. Hizo un tiempo kick boxing y otro más jiu jitsu. En los últimos meses también había arrancado a practicar krav magá, un sistema de combate nacido en Israel.

“Era un chico de mundo. Estudioso, educado, muy aplicado. La verdad es que todo esto nos tiene en shock”, cuenta Emmanuel Borini, quien es profesor de taekwondo y también enseña krav maga en el gimnasio. Recibe a Clarín después de terminar una clase. En la voz se le nota todavía el estupor por todo lo que pasó. El crimen de Cecilia (28) conmocionó a Resistencia, pero impactó con más fuerza a aquellos que efectivamente conocieron a la pareja.

El krav magá es un tipo de combate cuerpo a cuerpo que enseña técnicas de defensa para neutralizar a un oponente y escapar a situaciones de agresión. Lo patentaron las fuerzas especiales israelíes para situaciones dramáticas, tales como peleas en lugares reducidos, contra rivales con armas, en la oscuridad o en inferioridad de condiciones. A diferencia de otras artes marciales, no es considerado un deporte. No hay competencias.

El joven había empezado a practicar esta rama recién hace poco más de un mes y medio, entre abril y mayo. Emmanuel cuenta que lo conocía de verlo en el gimnasio, pero que como alumno vio que era “muy disciplinado” y tenía buena predisposición para escuchar. Era una persona sumamente reservada, eso sí.

Pero era atento con los compañeros. Siempre llegaba perfumado y bien peinado. Impecable. “Estamos en shock, no caigo”, repite. En cuanto a la técnica, remarca que César era muy bueno. Especialmente en las llamadas tomas de suelo, tales como los agarres o las palancas.

“El deporte no mata”

“Se dice muchas cosas que no son ciertas, como que él era una máquina de matar y no es así, se ensucia al deporte y no tiene nada que ver”, cuenta otro de los profesores que entrenaron a César. Prefiere mantener el nombre en reserva.

El enojo tiene sentido. Una de las lecciones que le baja a las decenas de chicos que entrena tiene que ver con la disciplina y los valores que se enseñan a través de las artes marciales. Y este tipo de casos le dan mala prensa a un deporte que, lejos de la violencia, nació como un sistema de defensa personal. “El deporte no mata”, subraya.

Enseña jiu jitsu brasileño (BJJ, por sus siglas en inglés),  un arte marcial de combate donde no hay golpes. Se trata de una lucha cuerpo a cuerpo donde el objetivo final es lograr someter al rival a través de distintos movimientos que lo inmovilicen, tales como llaves, estrangulaciones o luxaciones.

Esta era una de las ramas de las artes marciales que más le gustaban a César. Tanto que a su perfil de Instagram le había agregado la sigla BJJ después de su apellido. Lo practicaba desde hace unos cuatro años y ya había logrado un cinturón azul, que es un grado intermedio/bajo donde ya se adquirieron varias técnicas. Antes había practicado kick boxing en otro gimnasio. Acá también coinciden que tenía buena técnica.

“Estamos todos sorprendidos porque él era un chico que venía acá y no le hacía mal a nadie. Uno no conoce siempre a la persona, pero lo que mostraba era eso”, comenta el profesor, y deja un ejemplo. “Vos sabías que, por ejemplo, si a un compañero le pasaba algo y él se enteraba, después iba y en privado lo llamaba por teléfono para ver cómo estaba o si necesitaba algo”, añade.

El asunto del jiu jitsu se metió de lleno en la cobertura del caso por la teoría del ahorcamiento, pero también por las marcas que César tiene en el cuello. Es que él mismo fue quien declaró ante la Justicia que se hizo esas tres líneas practicando el deporte. También se lo comentó a Rita Romero, una colaboradora de los Sena, horas posteriores a la desaparición de Cecilia. Romero luego testificó en la causa y brindó la versión de los arañazos.

Esta versión es bastante endeble por varios puntos. Primero, porque otros testigos señalan las contradicciones. Gustavo Obregón declaró que en la mañana del viernes no tenía esas marcas y que por la tarde sí. En el medio no fue a entrenar. Y el propio César confesó a Melani Maksimchuk, otra colaboradora de los Sena, que “fue Cecilia” quien le hizo el rasguñón durante una pelea.

Pero tampoco coincide con la realidad del deporte. Es que, según cuentan a Clarín, no es común hacerse marcas similares a arañazos ya que se exige como parte de la disciplina marcial “tener las uñas lo más cortas posibles”. Si bien se producen fricciones y agarres que dejan raspones, el deporte no es compatible con los que tenía Sena en el cuello.

¿César tenía conocimientos como para saber cómo aplicar una llave que pueda ser mortal? La respuesta es que, con su experiencia en las artes marciales, sí sabía. Y podía distinguir cuándo se cruzaba una barrera.

“En las competencias vos tenés siempre un paramédico porque después de los 30 segundos de estrangulamiento se produce un desmayo. Pero no es por asfixia, sino porque el cerebro deja de recibir oxigeno. Si vos seguís apretando después de ese punto ya es asfixia”, explican.

“Con este nivel vos ya tenés una idea de cuándo el cuerpo.... sabés cuándo matar o no”, concluyen.

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