La secta de Villa Crespo contaba con un aceitadísimo esquema que recaudaba más de 480 mil dólares al mes. Clientes VIP y un objetivo ambicioso.
“Llegaba Juan al edificio y era como si llegara el mismísimo Dios. Todos acudían a él, había abrazos, besos, toqueteos”. El testigo 1 describe bien el escenario. Dentro de la estructura de la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA), la palabra Juan Percowicz era sagrada. Todos obedecían sus órdenes sin cuestionamientos. El Testigo, que trabajó para la organización un tiempo y pudo verla por dentro, describe otro escenario más: “Todo tenía que ver en ese lugar con sexo”.
El testimonio reservado es apenas una de las múltiples pruebas que juntaron los fiscales Carlos Stornelli, Alejandra Mangano y Marcelo Colombo para solicitar la elevación a juicio de la causa que investiga a la organización liderada por “Papito” Percowicz. Él y otros 16 imputados están acusados de una asociación ilícita creada para obtener ganancias millonarias escudados en una búsqueda espiritual.
Incluso se habían planteado un objetivo: querían lograr mil millones de dólares en 15 años.
Para ello habían creado una estructura financiera montada en varias unidades de negocios, pero con una que se destacaba: la explotación sexual de unas 30 mujeres, todas alumnas de la escuela.
Según el pedido de elevación a juicio, al que tuvo acceso Clarín, estas alumnas sufrían un control “coercitivo” total, a partir del cual eran sometidas a la explotación. No solo eso, el dinero que recaudaban iba a parar por distintos mecanismos a las arcas de la secta. Muchas de ellas incluso se veían en la insólita situación de deberle miles de dólares a la EYBA, según la contaduría que llevaban adelante.
Del “No somos víctimas” a las “esclavas”
La imputación que plantea la Fiscalía Federal en lo Criminal y Correccional n°4 es por Asociación Ilícita, Lavado de activos y Trata de personas con fines de explotación sexual. Sin embargo, en esta última pata tuvo una dificultad mayor. Es que la veintena de mujeres que fueron rescatadas “no se consideran víctimas” de la secta. Afirman que todo lo hicieron por su voluntad.
Pero la reconstrucción de los hechos muestra cómo los principales referentes de la organización coercionaron durante décadas a las mujeres a través de un discurso filosófico, basado en un camino a la sabiduría que erosionaba la capacidad crítica y facilitaba la sumisión al mandato de Percowicz.
Una de las enseñanzas de la secta era aprender a eliminar los ‘yoes bajos’. Según la jerga, se trata de las debilidades o dudas frente a la “tarea” que encomendaba “Papito” o quienes lo secundaban. En la evidencia que encontró la fiscalía, la EYBA los describe como “nuestras voces internas que no nos permiten crecer porque ponen en duda lo ordenado por el líder”.
Según su doctrina, había una escalera de siete niveles que comienza cuando los nuevos miembros ingresan como “humanos comunes” (niveles 1 a 3) y que luego evolucionan a Alumnos (4), Genios (5) y Apóstoles (6). Al final aparece el nivel 7, El maestro o El Ángel. Para subir en ese camino, hacía falta devoción, sacrificarse por la organización e incluso aportar dinero.
Con la excusa de subir en la escalera, las mujeres eran coaccionadas para mantener relaciones con hombres de poder. Quienes se negaban era porque estaban siendo presa de sus ‘yoes bajos’.
En la jerga interna, a las chicas les decían “las plantitas” y formaban parte de una unidad de negocios referida como “Botánico”. La justicia detectó que en 2020 había al menos 28 “plantitas” que respondían a la organización y que trabajaban en Buenos Aires, Nueva York, Chicago, Las Vegas y Londres.
Su tarea no se trataba solamente de sexo, si no que debían estar a su disposición total: Acompañarlos a viajes en el exterior, prestarse a juegos sexuales y saber qué les gustaba y qué puntos débiles tenían. Todo eso luego iba anotado en una ficha personalizada de cada cliente, donde además se ponían objetivos: de un empresario, por ejemplo, querían lograr que aportara un departamento.
Muchos de los clientes eran empresarios que venían al país a hacer tours de caza y eran acercados por contactos que trabajaban en hoteles VIP como el Alvear, Hyatt o Four Seasons. Al listado de los empresarios habituales de la EYBA le decían “mailing”.
Pero había un listado más perverso, que era el de las “novias”. Se trataba de mujeres que debían responder a empresarios de primer nivel o figuras de poder a un nivel casi de “esclavitud”. En palabras de Juan, sus cuerpos debían ser “la alfombra” para “los divinos pies” de ellos.
“Vos tenés que ponerte en la postura de una esclava: ´Quisiera conocer todos tus deseos para poder cumplir con ellos, quisiera que mi cuerpo sea la alfombra para tus divinos pies”, afirma en una presentación. “El triunfo pasa por esa sumisión”, agrega.
Del otro lado, los empresarios debían pagar un fee de entre 350.000 y 500.000 dólares anuales solamente por la exclusividad. A ese dinero se le sumaban los gastos de eventos o regalos que hacían a las chicas. Ellas no recibían el dinero ni los regalos, que iban a parar a la secta.
De un “cliente”, la organización obtuvo en total U$S 1.307.000 dólares; de otro, llamado “Robert” se obtuvieron U$S 427.000 dólares. A este último se le hacía un seguimiento para pedirle que aporte para otro proyecto de la organización.
La causa nombra al empresario Carlos Pedro Blaquier, a quien apodaban “azucar” y figuraba como “novio” de una mujer referida como M.J.G. Con ella y otras chicas hizo cuatro cruces a Uruguay entre 2011 y 2012, junto con personal de la empresa Ledesma SA. en un vuelo o embarcación privada, según figura en la causa.
De las escuchas se desprende que M.J.G. sufría cuando debía mantener relaciones sexuales con Blaquier, pero era coaccionada por sus superiores. El empresario aportó 1 millón de dólares en 2011.
Víctimas y endeudadas
La fiscalía pone el foco en un punto cruel. Mientras los miembros superiores de la EYBA disfrutaban de un nivel de vida premium, las mujeres de la secta se iban endeudando con la organización.
Para ello había montado una banca ilegal apodada “banquito”, a cargo de Marcela Sorkin. A ese banquito ingresó parte del dinero de Blaquier. Sin embargo, la mujer ese año terminó debiéndole 122 mil dólares al banquito. Esto es porque debían aportar con pagos u ofrendas llamadas “sobres”, que cada miembro de la secta ponía. Mientras más facturaba, mayor era. Y había un seguimiento pormenorizado de quiénes y cuánto dinero aportaban
Por ejemplo, citan el caso de G.G, quien debía aportar todos los meses un sobre por U$S 800, incluso cuando se encontraba endeudada en los parámetros de la escuela. “El recurso de culpar a las víctimas es también una constante que puede advertirse en distintos casos de explotación como modalidad para garantizar el sometimiento”, afirma la fiscalía.
Incluso el propio Percowicz mantiene una charla con una de sus colaboradoras estrechas, en la que pide que los miembros superiores dejen de ostentar lujos frente a las mujeres para que no se aviven de que están viviendo una vida de ricos con la plata que sale de su explotación sexual.
“Para todos: ver de ir a comer a lugares económicos. Bajar el perfil, porque las plantitas sienten que es con su dinero que hacemos gastos”, dice Percowicz.
Incluso, en un momento, según aparece en las escuchas, M.J.G dice expresamente que desconfía de Percowicz, los otros números 7 y toda la “Escuela” porque siente que hay un interés en ella para que “facture” de Blaquier. Del otro lado, su referente trata de persuadirla para que cese en sus críticas y entienda que responden a los “yoes bajos” y que debe trabajarlos para poder evolucionar. Es decir, seguir generando ingresos.
Si bien había varios negocios (como inmobiliarios, coaching e incluso un centro médico sin habilitar), la explotación sexual era la rama que dejaba dinero. Percowicz apuntaba a que esta rama generara medio millón de dólares al mes. Por eso incluso amenazaba y castigaba a las mujeres que se negaban a trabajar o no lo hacían con todas sus ganas.
Por eso ideó un sistema de multas para las chicas. Así, un integrante pasó de facturar 600 dólares en un mes a 2800 luego de una amenaza. “Ustedes ya saben cómo manejarse, yo quiero los 500, ustedes vendan todo, sino van a pagar multas (…) lo que no se vende, sino se hacen los 500, lo considero como una falta grave de trabajo”, dijo Percowicz en un evento.
Casi que llega a surtir efecto. En julio de 2022, el último mes antes de la detención de los miembros de la organización, habían recaudado 489 mil dólares del botánico. Todas las otras empresas de la organización solo habían juntado 58 mil.
En ese mismo evento, “Papito” dejó caer otra frase increíble. “Viejas, jóvenes, gordas, flacas, todo se vende. Mientras está viva, se factura, si está muerta se factura un poco menos”.