Paty Altamirano murió tras un accidente en 1981 y su cuerpo nunca fue rescatado. Días atrás, andinistas dieron el alerta sobre la presencia de un cadáver en la zona del accidente.
El hallazgo de un cadáver en el Cerro Mercedario generó expectativas en San Juan, pero también en Tucumán y en todo el país. Es que la historia, de por sí impactante, se conecta con la desaparición y muerte de una andinista tucumana en la década de 1980 y que nunca tuvo resolución. Hasta ahora.
Todo comenzó días atrás, cuando un grupo de escaladores dio aviso a las autoridades sobre el descubrimiento de un cuerpo congelado en las inmediaciones el Mercedario. Con la intervención de la Justicia, tanto la Policía provincial como la Gendarmería montaron un operativo este sábado para rescatar los restos.
Ahora se llevan adelante análisis para determinar de forma fehaciente si el cuerpo hallado pertenece a Marta Emilia ‘Patty’ Altamirano, la andinista tucumana que llegó junto a su hermana y al italiano Sergio Bossini en 1981 al mencionado cerro con el objetivo de hacer cumbre, cuando un accidente acabó con su vida.
El testimonio sobre los últimos minutos de vida de Paty
Corina Altamirano, hermana de Patty y testigo del fatídico accidente, habló con Canal 13 y brindó detalles de cómo fueron los últimos momentos del grupo antes de la muerte de Marta.
El 23 de marzo de 1981 los tres iniciaron su ascenso por la pared Sur y al estar a unos 5 mil metros de altura sobre el nivel del mar se produjo el accidente: Paty Altamirano cayó por una grieta y perdió la vida. “Recuerdo todo, cada segundo. Con las mismas sensaciones en mi cuerpo y en mi entorno”, detalló Corina.
“Ese día, hacía tres que veníamos subiendo, que veníamos en el proceso de iniciar el ascenso al cerro. El primer día subimos con unos baqueanos de las hornillas, llevando la carga pesada en las mulas hasta el campamento base. Dejamos las cosas y dormimos ahí y al día siguiente subimos al hacia la base de la pared para armar nuestro segundo campamento con mi hermana, Sergio Bossini y yo. Cuando armamos el campamento estuvimos esa tarde haciendo aclimatación y ordenando las cosas y viendo la pared. Al día siguiente, emprendimos el ascenso”, agregó.
“El día 27 de marzo empezamos a subir, el tiempo estaba hermoso con un cielo azul y limpio. Hacía calor a penas el sol salió, nos desabrigamos un poco y seguíamos subiendo. Subíamos al comienzo sin dificultades, después nos encordamos porque había mucho hielo cristal, como placas de hielo que se percibían quebradizas y propensas a despegarse de la pared. Las condiciones de la pared no eran las óptimas por las inclemencias del tiempo del calor, que provocó el deshielo y que no permitía que hubiese casi lugares con nieves blandas. En esa época nuestro calzado eran botines buenos, tipo francés, lo mejor que en esa época habíamos conseguido”, aseguró.
Corina apuntó que “Al haber pasado ya los dos tercios a la pared, y al haber estado a aproximadamente a 6 mil metros de altura decidimos parar para hacer noche sobre una morena que había. En ese momento íbamos caminando tranquilos y mi hermana se desencordó porque quedaba a unos 10 metros el lugar donde íbamos a ir y ella iba adelante. Mi hermana tenía mucha capacidad deportiva y física. Mucha consciencia, coraje y mucha seguridad en lo que hacía”.
La caída fatal
Cuando Paty se desató del grupo se produjo la tragedia: “No faltaba nada para llegar a la cumbre. Y en el medio de la pared había una lengüeta como de arcilla rojiza. Eran las 6 de la tarde. Nosotros estábamos en el lado derecho, y ella caminó hacia la izquierda y en un segundo cuando estaba sobre la lengüeta de arcilla, cayó en vertical hacia el otro lado. No la vimos, solo sentimos un ‘Ay’”.
“Al finalizar la pared, había una especie de corte que se veía desde la montaña y ella voló sobre la pared y cayó en el llano. Nosotros no vimos nada de eso, porque para poder verlo tuvimos que bajar durante casi toda la noche porque fue muy lento el descenso ya que teníamos que bajar sosteniéndonos el uno al otro. Y en esas condiciones de ánimo, teníamos que extremar los cuidados”, precisó.
“Fue un accidente fatal. Al que cualquier persona que emprende una travesía o una actividad como el montañismo, le puede pasar. Me puede haber pasado a mí o a mi compañero, pero le pasó a ella”, agregó.
Los intentos de rescate y el hallazgo del cadáver
“No podíamos llevar su cuerpo nosotros. Fuimos a buscar ayuda a Gendarmería y cuando los helicópteros quisieron ir a hacer el rescate al día siguiente había nevado sobre el lugar que ella cayó y la nieve la cubrió 4 o 5 metros, porque nevó mucho. Durante ese 81′ fue una de las nevadas más grandes de la Cordillera. Cuando regresamos con un hermano y mi mamá que se había preparado para llegar al campamento base, las condiciones habían cambiado tanto que en el sitio se había abierto una grieta impresionante, profunda y no podías ver el fondo. Tampoco pudimos rescatarla ese día”.
Finalmente y con la voz temblorosa sobre lo que esta herida significa para la familia Altamirano, cerró: “Toda la familia está conmocionada y con un encuentro de sensaciones de todo tipo porque es como revolver el sitio de hace 40 años. Es como abrir una herida, pero con la certeza de que es por algo y de que probablemente para que cicatrice del todo. Nosotros nunca pudimos hacer el duelo, mi hermana era como si fuese mi melliza. Yo la buscaba por los rincones por muchos años, me costó psicológicamente asumir que había desaparecido. Tengo una sensación de encuentro de sentimientos y es porque así tuvo que ser.”