Por el cambio climático cambian las temperaturas y van desapareciendo las estaciones como las conocemos.
Un estudio realizado en los Países Bajos indica que existe una importante correlación entre las temperaturas y la aparición del polen y que por el cambio climático se adelantan y extienden las estaciones polínicas. Esto podría generar efectos nocivos para la salud respiratoria: entre ellos, el aumento de alergias. Un biólogo y una médica alergista dan detalles sobre este fenómeno y explican qué ocurre con el tema en Argentina.
“Este año, la Organización Mundial de la Alergia decidió poner el foco sobre el cambio climático y las alergias”, señala Amelia Zarauza, médica especialista en Alergia e Inmunología y en Salud Ambiental.
“El cambio climático va generando modificaciones en la temperatura, esto hace que desaparezcan las estaciones como las conocemos hoy, que se registren variaciones en la floración y en el momento en que aparece el polen”, detalla.
Y agrega: “Por su parte, la contaminación ambiental hace que haya partículas en el aire, compuestos orgánicos volátiles que impactan en las vías aéreas. Llegan a los bronquios y desencadenan procesos respiratorios alérgicos como la rinitis o el asma”.
“La contaminación ocasionó, a su vez, que las plantas desarrollen elementos de resistencia, también llamadas partículas de shock térmico, una forma de polen más irritativo y alergénico”, señala Zarauza.
Como parte del mismo fenómeno, cambian los patrones de floración: “Antes se sabía que la situación más compleja para los alérgicos era en primavera, ahora no está tan marcado en un momento del año y hay más estímulo alergénico”.
La forma de combatir la contaminación, advierte la especialista, depende en gran medida de los “tomadores de decisiones” aunque a nivel individual se puede colaborar con pequeñas acciones, como el reciclado.
Explica que la contaminación no solo es exterior, que también puede darse dentro de una casa: por eso, es clave ventilar los espacios, reducir el consumo de tabaco y tratar problemas de humedad. En la calle, recomienda evitar lugares de carga y descarga en los que se levante mucho polvo y arena y, de ser necesario, usar barbijo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 400 millones de personas padecen de rinitis alérgica. “La alergia es la cuarta enfermedad más relevante en el mundo y se estima que para 2050 más de la mitad de la población va a tener algún tipo de alergia”, suma Zarauza.
Cuenta que tanto en el Hospital Argerich como en su consultorio privado, aumentaron las visitas por alergias respiratorias. Especialmente por rinitis y asma alérgica, que son las más frecuentes.
La rinitis se caracteriza por un cuadro de tos, congestión, estornudos y rinorrea (goteo nasal), mientras que el asma alérgica implica opresión en el pecho, sibilancia y dificultad respiratoria.
“La alergia es una patología crónica que con un tratamiento precoz puede mejorar. Hay que trabajar sobre la educación del paciente y su familia; hacer un control ambiental, evitando el alérgeno que puede encontrarse en alfombras, cortinados o peluches, por ejemplo; y completar con una terapia farmacológica”, sostiene la alergista.
Marcelo Aizen, que es biólogo, investigador superior del Conicet y especialista en Ecología e interacciones entre plantas y animales, explica que, como consecuencia del cambio climático y el calentamiento global, se está incrementando el número de plantas herbáceas, que se caracterizan por tener polen muy alergénico. Un ejemplo de ellas son las gramíneas. Es un polen que está en el aire, que se distribuye gracias al viento.
“Se está adelantando y extendiendo el período de floración. Sigue siendo estacional pero las estaciones son cada vez menos fijas, el clima se torna variable. Los inviernos se vuelven más suaves y las primaveras más cálidas”, remarca Aizen.
Ante la consulta de si lo que se observa en otros países se puede extrapolar al nuestro, asegura: “Son fenómenos globales, no estamos exentos de sufrirlos”.
El estudio de Países Bajos
El trabajo realizado por investigadores de los Países Bajos analiza la relación entre ciertos parámetros climáticos, especialmente la temperatura, y el inicio de la temporada de polen basándonos en los recuentos diarios de polen del Centro Médico de la Universidad de Leiden y en las mediciones de temperatura del Instituto Meteorológico Real de los Países Bajos de entre 1969 y el 2000.
Los resultados indican que existe una fuerte correlación entre la temperatura y el inicio de la temporada de polen y que se ha observado un adelanto del inicio de la temporada de polen de 3 a 22 días. También se discuten las posibles modificaciones a futuros por el cambio climático.