Una ONG humanitaria, en contacto con sedes de todo el país, afirma que la cantidad de personas que solicitan ayuda alimentaria alcanzó los niveles de la pandemia.
La demanda de asistencia alimentaria en Estados Unidos es tan alta como lo era durante la pandemia de COVID-19, según el Banco de Alimentos de la Comunidad de Atlanta, una organización benéfica sin fines de lucro.
Más de la mitad de los estantes del Banco de Alimentos de Atlanta están vacíos, señaló Debra Shoaf, la directora financiera de la organización, y agregó que dos de cada cinco personas que buscan asistencia alimentaria en la región de Atlanta este año no lo habían hecho antes. Shoaf dijo que están llegando informes similares de otras regiones de EE.UU. y subrayó que “hemos vuelto a los niveles pandémicos”.
En algunas regiones, la demanda es mayor que incluso en los días más duros de la pandemia. En el centro de Ohio, la cantidad de hogares que buscan ayuda aumentó casi a la mitad desde el año pasado, indicó Shoaf. En Atlanta, las donaciones de productos por parte de corporaciones y agricultores se han mantenido estables en gran medida y representan más de la mitad de los alimentos distribuidos, según los registros del Banco de Alimentos.
Sin embargo, la proporción de fondos gubernamentales ha cambiado drásticamente ya que antes de la pandemia era de alrededor del 27% de los bienes que distribuía la organización benéfica de Atlanta. En el auge de la pandemia, en el año fiscal 2021, el Gobierno aportó casi el 44%, pero este año los fondos gubernamentales solo representarán alrededor del 13%.
”Los bancos de alimentos han existido durante 50 años, pero esta es la primera vez que vemos una alta demanda de alimentos sin precedentes combinada con tasas de desempleo históricamente bajas”, aseguró Vince Hall, director de relaciones gubernamentales de Feeding America, una organización benéfica de asistencia alimentaria que ayuda a más de 40 millones de estadounidenses cada año.
A esto se le suma el problema de la adicción al fentanilo, una droga más potente que la heroína, que ya está dejando como saldo un promedio de 200 personas muertas por día y que en ciudades como Filadelfia y Los Ángeles ha convertido barrios enteros en corredores de “zombies”: los adictos deambulan por las calles, duermen o se recuestan en cualquier parte y pueden pasar horas inclinados en posiciones que parecen salidas de una película de terror.
Además, los crímenes de odio se han extendido y ya no se concentran sólo en la comunidad afroamericana o en cultos religiosos, sino que comienzan a multiplicarse los casos en los que personas del colectivo LGBT disparan contra civiles alegando resentimiento, como fue el caso del joven trans que arremetió contra niños y maestros en la que fuera su escuela primaria, asesinando a varios de ellos.
Otro caso que se hizo viral en las últimas horas es el de una mujer trans que subió un video a redes sociales arengando para que otros de la comunidad se armen y vayan a los baños de mujeres a “matar zorras”. Cabe destacar que la persona en cuestión transicionó de hombre a mujer en los últimos 2 años y se autodefine como “mujer trans lesbiana”.