Se estima que la cosecha estará por debajo de lo pronosticado, lo que hace que el escenario para el resto del año se torne aún más complicado.
La cosecha está terminando y tal como adelanta hoy Los Andes, se está encaminando a ser la vendimia más baja de la historia. La tormenta fue perfecta: heladas tardías, sequía, altas temperaturas y granizo que terminó afectando a varias zonas en el Este de Mendoza, dejaron como resultado una temporada para el olvido.
Este año, ni las tasas atractivas -en este contexto inflacionario- que ofrecía el clásico operativo de asistencia de crédito de cosecha y acarreo logró atraer a los productores.
Según datos brindados por el Ministerio de Economía de la provincia, del cupo de 7.000 millones de pesos para bonificación de 12 puntos de tasa para línea de crédito de cosecha y acarreo, en el Banco Nación, los productores solo tomaron 2.570 millones de pesos y dentro de ese cupo, según los datos de la provincia, se incluyen 27 que totalizan el 63% del cupo utilizado. En tanto, de la misma línea pero del banco Ciudad, del cupo total de 2.000 millones de pesos, solo se tomaron 465 millones de pesos, allí 17 cooperativas que totalizan el 96% del cupo utilizado. Por lo tanto, restando a las cooperativas que toman el crédito y lo reparten entre sus asociados, por fuera de ese movimiento, solo se tomaron 79 créditos. Desde el gobierno, señalan que la operatoria sigue abierta y que se pueden sumar aún más productores.
Con este escenario, el negocio del granel para exportación deberá quedar nuevamente en stand by. Y si la cosecha cierra, como estiman algunos productores, por debajo de los 15,3 millones de quintales, las bodegas asumen que habrá necesidad de importar para mantener ciertos mercados. Algunos rememoran lo sucedido en 2016, donde Argentina venía con excedente e imaginan una situación similar. Pero todos admiten que en un año electoral, es probable que las importaciones dependan mucho del humor político. Nadie quiere productores en la calle quejándose.
En tanto, la vitivinicultura podría tener una oportunidad de ser competitiva en el exterior si el famoso dólar diferencial se estableciera por el plazo de 120 días tal como se comentó esta semana tras la reunión en Buenos Aires. Pero todavía no hay precio.
Los fantasmas son muchos, los productores tienen poco para hacer y el año se avizora complejo.