El mandatario transita sus últimos meses aislado políticamente y prepara mudanza de Olivos. Sus planes para 2024, con un libro para defenderse.
Alberto Fernández enfrenta el último mes y medio de su presidencia haciendo planes para lo que viene. Se resiste a quedar como el máximo exponente de una “administración fallida” -como reconocen en el propio oficialismo-, prevé escribir en el corto plazo un libro para defender los “logros” de su gestión y durante el año próximo quizá logre insertarse en algún foro como el Grupo de Puebla, para así dar rienda suelta a su nueva pasión: el análisis de un mundo en conflicto.
Pese a la orfandad política en la que se encuentra inmerso desde hace meses, el Presidente pronostica que en 2024 el peronismo si o si debería renovarse y por eso se ilusiona con hacer escuchar su “voz” en lo que se prevé será un acalorado proceso. En los últimos días el primer mandatario hizo saber a sus íntimos su intención de participar en la futura reorganización del PJ que, avizora, deberá tener una impronta “más horizontal” al anticipar un declive en la influencia de Cristina Kirchner. Un funcionario que solía participar de reuniones políticas en la quinta de Olivos ironizó que “sería toda una proeza que lo logre cuando no ha podido influir estando en el poder”
Cerca del jefe de estado se muestran más comprensivos y no dudan en hacer notar sus buenas intenciones. “Hay que terminar con el peronismo del rencor”, opina un estrecho colaborador que no desconoce la tensión subterránea que impera entre los principales referentes de UP y que sólo ha sido insonorizada por las elecciones.
Atrás quedaron los grandes cónclaves que convocaba A. Fernández en la quinta presidencial. Hoy suele compartir asados con sus “amigos” de siempre en la política, es decir, aquellos con los que supo coincidir en el PJ porteño: Julio Vitobello, Juan Manuel Olmos y los embajadores Alberto Iribarne y Jorge Arguello.
“Pepe” Albistur estuvo compartiendo una comida durante el último Boca-River y se retiró con una sonrisa por el triunfo millonario. Aún no sabe si nuevamente tendrá que “prestar” el departamento de Puerto Madero que supo cobijar a Alberto y a Fabiola hasta que ambos se mudaron a Olivos. Es probable que el 10 de diciembre el ex jefe de gabinete busque otra morada.
Lejos de Massa y Cerruti
En las últimas semanas enfrió su relación con la “Portavoz” Gabriela Cerruti producto de distintas desaveniencias y de un supuesto acercamiento de la exdiputada a Sergio Massa (el anterior vocero Juan Pablo Biondi hace meses se contactó con el tigrense). Como informó este diario el 12 de octubre, la funcionaria sorpresivamente se bajó de la gira a China en la que se acordó la ampliación del swap del Banco Central con su similar de la potencia asiática.
La agenda internacional sigue siendo el ámbito de preferencia del jefe de estado. Al igual que Mauricio Macri, que también se mostraba cómodo en sus giras en el exterior frente a los corcoveos de una economía que segó su pretensión de reelección, debe pensar que “nadie es profeta en su tierra”. Ante la mirada impertérrita de sus interlocutores, suele ufanarse de haberle comentado cuestiones de la agenda internacional a “Putin o a Macron”.
Si bien seguirá con actividades de baja intensidad en el mes y medio que le queda de gestión, con recorridas de obra pública, volverá a salir del país entre 6 y el 7 de diciembre cuando seguramente comparta una foto a pura sonrisa con su amigo Lula, en ocasión de la cumbre del Mercosur. Durante el cónclave previsto en Río de Janeiro se espera surja un documento sobre el demorado acuerdo del bloque con la Unión Europea. A ese último viaje seguramente lo acompañará Santiago Cafiero, otro de los dirigentes de confianza.
El canciller fue uno de los pocos funcionarios que acompañó al jefe de estado en su despacho de Casa Rosada el 11 de octubre cuando éste decidió denunciar penalmente a Javier Milei por sus dichos contra el peso que, a su entender, pusieron nafta a la corrida cambiaria que llevó al dólar a perforar la barrera de los $1000. Pese a la oposición de Sergio Massa, al que avisó durante aquella mañana, al otro día decidió realizar una presentación que puso en el centro del ring al líder libertario.
Queda pendiente el balance de los cuatro años de gestión. No está claro qué área de encargará de llevar adelante esa tarea. Siempre está el riesgo que pueda ser tierra fértil para que resurjan las internas que acompañaron a la administración prácticamente desde su inicio.