22 de noviembre de 2024

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Cómo operaba el clan Sena en el barrio Emerenciano, cómo surgió y una disputa con los Schoklender

Cómo operaba el clan Sena en el barrio Emerenciano, cómo surgió y una disputa con los Schoklender
Barrio Emerenciano Sena.

Son unas veinte manzanas en total, de tamaños irregulares, ubicadas en las afueras de Resistencia sobre el margen sudoeste de la capital provincial.

El perro, que es grandote como una moto, sale a torear no bien ve al desconocido que pone un pie en el barrio. “Está entrenado para ladrarles a los que no son de acá”, avisa un vecino, mientras le chifla para que no se venga más encima.

Así es la bienvenida al Barrio Emerenciano, el feudo piquetero que levantó la militancia del líder social más fuerte, temido y cuestionado de Chaco. Uno del cual incluso sus propios vecinos hoy se quieren despegar, tras el impacto que causó el femicidio de Cecilia Strzyzowski.

Son unas veinte manzanas en total, de tamaños irregulares, ubicadas en las afueras de Resistencia sobre el margen sudoeste de la capital provincial. Tiene la forma de una pieza de Tetris en L, la última del tejido urbano. Más allá del Emerenciano no hay nada. Todo descampado, todo baldío.

En una de esas esquinas, en la avenida San Martín al 3700, aparecieron los restos quemados de una valija con ropa, que la Justicia investiga si perteneció a Cecilia. Sería la que armó para irse con su marido, César Sena (19), rumbo a Ushuaia en un viaje que finalmente resultó ser una pantalla del clan para engañar a la joven y a su familia.

Clarín visitó en dos ocasiones este punto central dentro del entramado del clan para tratar de hablar con algunos vecinos, aunque el hermetismo es total, las respuestas son escuetas pero contundentes y las miradas de desconfianza están prendidas. Los ojos fichan y alertan.

El mapa del barrio

La principal vía de acceso es la avenida San Martín, que sale del centro de la ciudad y atraviesa Resistencia hasta chocar con el primer cartel y los murales. Sobre su costado derecho se levanta el barrio. La entrada está marcada por la escultura de un puño apretado pintado de rojo, con la estrella blanca y un dibujo del Che Guevara. El barrio se define socialista y no hay lugar donde no lo muestre.

En el acceso aparece el Centro Comunitario del barrio, que funciona como una especie de garita de seguridad. Desde la puerta se relojean los movimientos, quién entra, en qué anda.

Hay una plaza central donde los chicos juegan a la pelota, un Centro de Salud y una radio. También una biblioteca popular, bautizada con el nombre de “Saúl Acuña”, padre de la dirigente social Marcela Acuña (51), también detenida por el crimen de Cecilia. El hombre fue un abogado muy vinculado con la militancia de izquierda en la provincia. Quienes compartieron tribunales con él resaltan que no andaba en 4x4.

Saúl Acuña también se llama la fundación social liderada por el clan, que recibía transferencias del Estado provincial para planes de vivienda y educación. Solo este 2023 le entraron 141 millones de pesos, los últimos $ 825.000 en la misma mañana que detuvieron a los Sena. Este domingo, Jorge Capitanich anunció que intervendría la entidad para garantizar la asistencia de quienes dependían de la organización.

En el corazón del barrio aparece la Escuela Pública de Gestión Social (EPGS) N2, que se hizo famosa hace un par de años cuando un equipo de Periodismo Para Todos (PPT) la recorrió y encontró que allí los uniformes eran rojos y se izaba la bandera de Cuba a la par de la argentina.

También es polémico el sistema por el cual se financia. Es que las partidas que pagan los sueldos de los docentes llegan a través de una fundación de Sena, que luego es quien paga el sueldo a los docentes. Según cuenta a Clarín una maestra que quiso trabajar allí, hay una militancia y una línea que se debe cumplir para acceder al cargo. Es decir, asistir a los actos cuando el piquetero lo demande.

Hay otros dos puntos con un historial polémico en el barrio. Uno se trata del natatorio bautizado Santiago Maldonado, al igual que el joven cuyo cuerpo fue hallado en el Lago Chubut en 2017. El otro, un centro deportivo que lleva el nombre de Carlos Monzón, el boxeador condenado por el femicidio de su esposa, Alicia Muñoz. Sena lo inauguró el 7 de marzo de 2022, un día antes del Día de la Mujer.

Todo el barrio está atravesado por la presencia del movimiento. Las paredes de las casas están pintadas de rojo y llevan el nombre del líder, se ven murales con el semblante descascarado del Che Guevara, las paredes repiten consignas de lucha contra el hambre y por la educación. Sin embargo, en un par empiezan a aparecer pintadas de cal hechas de apuro para tapar a Emerenciano.

“Es un barrio como cualquier otro”

J. es el remisero que lleva a Clarín rumbo al Emerenciano. Es un golpe de suerte: cuenta durante el viaje que vivió durante un tiempo allí. Pide nomás que no se publique su nombre.

Fue hace algunos años, en 2015, cuando se mudó con su mujer y una hija a la casa que le alquilaba un amigo, R. Esta persona había recibido la vivienda de parte de la organización, pero como todavía vivía con sus padres aceptó alquilársela por un precio simbólico de poco más de 300 pesos para que viva mientras salga su casa. A J. le iban a gestionar una vivienda de otra organización.

Es un caso atípico. Las casas no se suelen alquilar aquí, se entregan a la militancia del movimiento. Su amigo tenía un puesto en la municipalidad, aunque no puede recordar dónde. Él no se mete en la política, hace su trabajo y punto.

Cuenta que es un barrio como cualquier otro, que nunca tuvo problemas con los vecinos. Pero que hay algunas cosas que se deben tener en cuenta. El viaje arranca por la escuela y el centro de salud, luego da una vuelta por las viviendas del fondo. Mientras pasa el coche, los ojos empiezan a seguir el recorrido.

Al fondo, antes del natatorio, se escuchan algunos comentarios al pasar. “Dale, vos seguí nomás con la cámara”, le tira al pasar un hombre al fotógrafo de Clarín. J. ya está nervioso. Dejó de hablarnos, no va a frenar el auto cuando le pidamos ir al centro de asistencia para charlar con los vecinos. “Van a arrancar a volar los cascotes, me van a anotar la patente. Este es un pueblo chico, dice tenso. Habrá que volver otro día.

Tierras usurpadas y un proyecto para criar animales

Emerenciano Sena, quien supo ser albañil, surgió como referente social luego de unas inundaciones que afectaron el barrio de Barranqueras a finales de los ‘90. En ese momento comenzó una serie de protestas que lograron que los damnificados reciban asistencia para volver a empezar. De esas luchas nació el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) 17 de Julio.

Durante esa época también comenzaron con la toma de tierras desocupadas para la construcción de viviendas y la cría de animales, como una forma de armar comunidades con trabajo organizado.

En 2008 tomaron el predio del ex campo de Tiro del Ejército, donde se levantaría el barrio que lleva su nombre. Por un conflicto interno en el MTD, Emerenciano se separó de la 17 de Julio y fundó su propia rama, la que llevó su nombre. Según una versión, no estaba de acuerdo con que se vendieran las tierras que se tomaban.

Desde la organización comenzaron a trabajar además en levantar el barrio con las propias manos de los militantes. Fue para la misma época que la Fundación Madres de Plaza de Mayo lanzaba el programa “Sueños Compartidos”, que tuvo en el medio a Sergio Schoklender.

Emerenciano fue su socio en la provincia para levantar el barrio, pero se cortó cuando desde Buenos Aires empezaron a demorar los pagos y ponerles trabas. Los dos referentes se pelearon. Las viviendas se finalizaron a través del programa Argentina Trabaja.

Para esa época en la gobernación de Chaco ya estaba Capitanich, quien fue un aliado clave para Emerenciano. Pasó de ser un piquetero al que no le llevaban el apunte a tener voz y recursos.

“Hay que decir que ayudó a mucha gente. Le consiguió un trabajo, una casa, la ayudó. Eso no se dice pero también es es así”, comenta a Clarín una fuente que ayuda a reconstruir su recorrido.

Los terrenos, que se encontraban usurpados, pasaron de la órbita nacional a la provincia en un acto encabezado por Alberto Fernández y Capitanich en septiembre de 2020 con el objetivo de “potenciar la integración habitacional, económica y productiva en toda la jurisdicción”.

“No somos asesinos”

Clarín volvió al barrio Emerenciano este domingo, mientras la Policía acordonaba la zona para realizar los peritajes de la presunta valija de Cecilia. El centro Comunitario tiene las puertas cerradas, hay algunos vecinos tomando mate en la calle Milagro Sala.

La San Martín divide al barrio Emerenciano del Autoconvocados, que pertenece a otro piquetero rival, Ramón Gutierrez, del MTD. Sus casas son de color rosa. Unas cuadras más allá hay paredes violetas. Cada una responde a una organización social distinta.

Martina (34) vive en el Autoconvocados. Trabaja como cuidadora de dos personas con autismo y de limpieza. Tiene una hija y vive acá desde hace cinco años. Le consiguieron la casa por un puntero. Afirma que sí tiene papeles, el RUBH (Registro Único de Beneficiarios del Hábitat), un certificado de ocupación que se otorga a familias que habitan desde hace muchos años una tierra. Es una puerta de ingreso al proceso de ordenamiento y regularización.

Al lado suyo está Sergio (39), albañil, que dice que no tiene nada aún. Comenta que no hay pica con el barrio de al lado, pero que no se cruzan. Nadie del Autoconvocados cruza la San Martín. Agrega que hace poco en esa calle le robaron el teléfono dos personas que se metieron en el Emerenciano. Llamó a la Policía para denunciar y le respondieron que “ellos no podían entrar, que se acercara ella hasta el acceso para que le pudieran tomar los datos”. El teléfono nunca lo recuperó.

Pero toda la zona vive con las tensiones. Cuenta otros problemas con un puntero del “lado violeta”, que tiene por costumbre vender en su quiosco los alimentos que le bajan del gobierno para asistencia social. “Esas cosas se saben”, desliza. Este puntero golpeó a un chico por una discusión alrededor de una gaseosa que le compró en su quiosco. La Policía esta vez le dijo que “hiciera la denuncia o hiciera justicia por mano propia”.

Unas cuadras a la derecha, cruzando una zanja y pasando al perro guardián, unos vecinos del Emerenciano aceptan hablar algunas cosas con Clarín. Dicen que están siguiendo el caso y que no lo pueden creer. Pero no se casan con el líder. “Si se la mandó, que pague nomás”.

Agregan que Sena padre lo veían cada tanto, aunque no dan más datos. Del hijo, nada. El crimen de Cecilia acá pegó de otra manera más. A la sorpresa por los datos que van surgiendo del homicidio se suma una condena social que empiezan a percibir en el ambiente. Los vecinos de otros barrios les gritan “asesinos” cuando se los cruzan en la calle.

“Nosotros nada que ver, nos tiran que somos asesinos y es cualquiera. Que la pague si la hizo”, dicen, antes de cortar la charla. Hasta el barrio que lleva su nombre empiezan darle la espalda al clan Sena.

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