Tendrá tarea que le exigirá sin dudas una mayor energía en un escenario signado por la alta inflación, el drenaje de reservas y las tensiones con el FMI.
Imbuido de un renovado optimismo, Sergio Massa empezó a bajar nuevas instrucciones en su círculo de confianza. A varios de sus colaboradores, les aseguró en las últimas horas que se ocupará de la campaña electoral sin abandonar el comando del Ministerio de Economía. Una tarea que le exigirá sin dudas una mayor energía en un escenario signado por la alta inflación, el drenaje de reservas y las tensiones con el FMI.
“Todo sigue igual hasta diciembre”, explicó un funcionario que trabaja con él hace años. Después de imponerse como candidato presidencial por el oficialismo, Massa busca repetir el destino de otros ministros de Economía que se presentaron a elecciones y triunfaron. Se mira en el espejo de Fernando Enrique Cardoso, en Brasil, Emmanuel Macron, en Francia, y Santiago Peña, en Paraguay. Casos que hablan más de la excepción que la norma.
En rigor, la situación económica es sumamente frágil. El ministro candidato lo sabe y, de alguna forma, intentó capitalizarlo en la interna. Después que su esposa y titular de Aysa, Malena Galmarini, advirtiera en abril que “el final es cuando se vaya Massa”, el equipo de Economía dejó trascender que él era el último bastión para garantizar la “gobernabilidad”. El operativo cobró impulso tras la leve baja de la inflación en mayo a 7,8%, aún en niveles récord.
Sin respiro, el titular de Hacienda citó a una reunión de gabinete este lunes a las 8.30 para definir medidas, previo a la apertura de los mercados. Ayer se vio con la mesa chica, donde talla el jefe de Gabinete, Leonardo Madcur, el vice del Banco Central, Lisandro Cleri, y el titular de Aduana, Guillermo Michel. Después, habló con Carlos Cuero, secretario del Tesoro de España, y el asesor especial de Biden para las Américas, Christopher Dodd.
Una de las preocupaciones en el equipo económico es cómo obtener dólares o, al menos, evitar su salida. Si bien la brecha cambiaria se estabilizó en torno al 100% tras la corrida de abril, las crecientes restricciones y controles a las importaciones no impidieron que el Banco Central cerrara el viernes su tercera semana consecutiva con ventas en el mercado de cambios y las reservas netas ya son negativas en US$ 2.200 millones, según Ecolatina.
La pérdida de divisas le pone presión a Massa para recapitular las extendidas negociaciones con el FMI. Lo que se discute es una nueva flexibilización del programa, la llegada de uno o más desembolsos por hasta US$ 10.000 millones y su uso para timonear posibles vendavales en elecciones. La semana pasada, Economía postergó para fin de mes el pago de US$ 2.700 millones, después de dejar de lado la idea de un “anticipo”.
El Gobierno necesita munición para mantener a raya los dólares financieros, lo que choca con la exigencia en Washington de unja devaluación. “El viaje no tiene a esta hora día asignado”, sostienen en el equipo del ministro. Y el FMI tampoco lo tiene previsto, por lo que esta semana continuarán las charlas virtuales entre el staff, Madcur y Gabriel Rubinstein. “Hay reuniones todo el tiempo, están trabajando a full”, explicaron desde otro despacho.
Pese a las críticas de Cristina Kirchner al organismo, el funcionario envió señales amistosas en el último tiempo con la suba de las tasas de interés al 97% nominal anual y un gasto público, creciendo por debajo de la inflación. En mayo el ajuste recayó sobre las prestaciones sociales transferencias a Provincias, pero el rojo acumulado en las cuentas públicas supera lo previsto por el Fondo por el impacto de la sequía en la recaudación.
La próxima señal llegará mañana con la firma de acuerdos para regularizar la deuda con Francia, España y Suecia, en el marco del convenio firmado con el Club de París en octubre pasado para refinanciar una deuda de US$ 2.000 millones hasta el 2028. En los días siguientes, se sumaría Japón, el último de los países pendientes dentro de ese consorcio y un miembro que es clave dentro del directorio del Fondo.
Massa intenta, por otra parte, apalancar el consumo con ingresos golpeados por la inflación. Por ello, en paralelo a las subas acordadas del 3,8% mensual en alimentos, buscará congelar hasta mediado de agosto celulares, indumentaria, calzado y electrodomésticos. Se trata de bienes durables o semi durables que, según la lectura oficial, no son afectados por factores como la sequía y arrastran un aumento promedio del 20% en sus insumos importados.