24 de noviembre de 2024

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La inflación en la era Alberto llega a 744%

La inflación en la era Alberto llega a 744%
Sergio Massa y Alberto Fernández.

En la gestión de Cambiemos había sido de 260%. Este año se prevé que el índice de precios termine por encima de 180%.

Con el 12,7% de septiembre, la inflación acumulada en lo que va de la gestión de Alberto Fernández suma 744% y prácticamente triplica el índice que había registrado Mauricio Macri en el mismo período.

El economista Salvador Vitelli calculó como evolucionaron los precios en los primeros 45 meses de las últimas cinco presidencias. Así, en la gestión de Cambiemos la inflación llegó a 260%.

Mas atrás quedan los registros de Cristina Kirchner, que sumó 172% en su segundo mandato, y 116% en el primero.

Los números más bajos le corresponden a Néstor Kirchner, con el 34%, aunque en el 2007, con 21%, más que duplicó el 9,8% de 2006. Ese año, con el arranque del apagón estadístico en el INDEC para ocultar el impacto real de la suba de precios, arrancó el descalabro inflacionario.

Así, la primera administración de Cristina triplicó la inflación acumulada durante el mandato de su esposo. Desde allí, los precios fueron escalando aunque a un ritmo menor, en parte porque el kirchnerismo empezó a pisar las tarifas para evitar que el índice diera un salto aún mayor. El pico de la inflación de Cristina, medida por las consultoras privadas porque el apagón estadístico persistía, fue en 2014 con el 39% anual.

En la presidencia de Mauricio Macri, la inflación de 2016 fue de 31,4% y pasó a 24,5% en 2017. Luego avanzó empujada por el ajuste tarifario y la devaluación a 47,6% en 2018 y cerró el mandato en 2019 con 53,8%.

En el comienzo de la gestión de Alberto Fernández, la pandemia jugó a favor de la inflación con la actividad frenada y el índice marcó 36,1%. Al año siguiente, la emisión monetaria para enfrentar la pandemia más los desarreglos económicos empujaron los precios a 50,9% y a 94,8% en 2022.

Lo que viene

Para todo el 2023, el último año de la gestión de Alberto, la proyección del Relevamiento de Expectativas de Mercado que difunde el Banco Central marca un 180,7%. Pero es una estimación “conservadora”, ya que las mismas consultoras apuntaban a un 11,6% para septiembre, 1,1 punto porcentual por debajo del número oficial.

La consultora FMyA anticipa que este octubre, “con menos arrastre estadístico y congelamientos, la inflación bajaría al 10% mensual. No perforaría los dos dígitos porque a partir de esta semana presiona más la disparada de los dólares paralelos, y la incertidumbre electoral”.

Para noviembre, “con el nuevo gobierno electo como mucho el 19, y con un plan de estabilización a la vista gane quien gane, estimamos un rebote de la inflación al 11%. Para diciembre, cuando efectivamente asuma el nuevo presidente, estimamos una corrección del tipo de cambio oficial y otros descongelamientos, que lleve la inflación mensual a niveles arriba del 25% y termine 2023 en 211%”.

Para la consultora Invecq, “suponiendo una tasa de inflación de entre 10% y 11% para octubre, la tasa interanual se acercaría al 150% y el ritmo anualizado del último trimestre ya marcará una inflación superior al 280%. Sostenemos, con estos datos, nuestra proyección de cerrar el año en la zona del 200% de inflación acumulada en 12 meses”.

Martín Calveira, economista investigador del IAE Business School, aporta que “se proyecta un contexto con un desempeño inflacionario que puede profundizarse de continuar con la ausencia de un programa concreto”.

Para Calveira, “es imperante que la gestión económica abandone la dominancia sobre el Banco Central para limitar y, mejor aún, interrumpir la expansión monetaria. En el marco actual, el traslado a precios de los excesos monetarios se observa con mayor celeridad, aún en un esquema de esterilización monetaria dada la creación endógena de dinero”.

“El problema inflacionario en Argentina es crónico y se sostienen en una fase ascendente. Esto último no solo por factores externos, sino principalmente por la dinámica interna de una economía con distorsiones y ajustes sin resolver, donde se tiene una percepción de riqueza no compatible con la realidad. Esto es evidente al observar los ingresos y egresos fiscales”, resume Calveira.

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