Una consultora elaboró un informe en el que analiza la evolución del poder adquisitivo del haber mínimo de los jubilados con respecto al dólar, la canasta básica alimentaria y los alquileres.
Quienes deben intentar sobrevivir con la jubilación mínima seguramente no necesiten demasiadas comparaciones para tener la certeza de que sus ingresos han ido perdiendo poder adquisitivo. Sin embargo, cuando se toma como referencia su valor en dólares o qué porcentaje del ingreso mensual necesitan los jubilados para pagar el alquiler o para comprar los productos de la canasta básica, se puede apreciar con claridad este deterioro.
La consultora Focus Market elaboró, para el Blog de Educación Financiera de Naranja X, un informe en el que muestra la evolución de la jubilación mínima en dólares a través del tiempo y la compara con el resto de las jubilaciones en América Latina, como también el poder adquisitivo para el acceso al alquiler de un departamento, a la Canasta Básica Alimentaria y Saludable, y plantea la evolución de este haber con respecto a la inflación en los diferentes períodos de Gobierno.
Al analizar la jubilación mínima de Argentina entre enero de 2011 y febrero de 2023, se observan aumentos en su valores en dólares (paralelo) entre 2015 y 2018, pero desde 2019 hasta la actualidad ha perdido valor. Este mes, el haber mínimo sin bono representó U$S 256, mientras que con el bono de $15.000 llegaría a los U$S 195 (cotización paralela). Esto es, U$S 250 menos que en 2017, cuando se registró el mayor valor de la jubilación en término de la divisa norteamericana: U$S 445.
“Las jubilaciones en nuestro país fueron perdiendo fuerte poder adquisitivo en los últimos años frente a la variación de precios en pesos argentinos y en términos de su valor en dólares. Hasta ahora, los jubilados han sido variable de ajuste en todas sus escalas. De hecho, aquellos que han realizado mayor cantidad de aportes a lo largo de su vida laboral, cuando superan los dos haberes mínimos no perciben bono, lo que ha representado una pérdida del poder adquisitivo de cobro en los últimos años”, detalló Damián Di Pace, director de Market.
En lo que se refiere a la evolución anual de la jubilación mínima en comparación de la inflación, desde 2012 el ajuste de haberes superó al IPC en 2012, cuando las jubilaciones aumentaron 31% y los precios 23%; en 2013 estuvieron casi a la par: 31,8% y 31,9%, respectivamente; entre 2015 y 2017, años en los que el aumento en los ingresos de los jubilados fue acompañando, e incluso superando por un par de puntos, al IPC; y en 2020, cuando los jubilados acumularon una variación de 40,1% y los precios de 36,1%.
Las brechas negativas más amplias se produjeron en 2018, cuando las jubilaciones se ajustaron un 19,2% y la inflación fue del 47,6%, y en 2022, cuando los haberes jubilatorios aumentaron un 72,5% y los precios, un 94,8%.
Otra manera de entender el valor real de las jubilaciones, es comparar el haber mínimo con el alquiler de un departamento de un ambiente. Entre 2013 y 2016, era necesario dedicar entre el 92% y el 95% de la mínima para pagar el canon mensual. El porcentaje fue creciendo de modo paulatino, hasta alcanzar el 148% del haber mínimo sin bono -el 127% con este refuerzo- en 2022 y el 134% en lo que va de 2023 (o el 107% cuando se suma el bono).
También se puede considerar cuántas Canastas Básicas Alimentarias se pueden comprar con el haber mínimo. Se debe tener en cuenta que el valor de la CBA fija la línea de indigencia; es decir, las personas que poseen ingresos inferiores a dicho nivel son personas que no pueden satisfacer necesidades básicas. Desde 2016, la cantidad de canastas básicas que podría comprar un jubilado que recibe la mínima (sin bono) oscilaba entre un 2,3 y 4,1. Si se suma el bono, el número asciende a entre 2,9 y 4,5.
En 2023 se registran los niveles más bajos de poder adquisitivo, ya que se puede acceder a sólo 3,2 y 2,5 canastas con y sin bono respectivamente. Esto se debe a que, si bien los haberes mínimos aumentaron, los alimentos subieron a un ritmo más acelerado que el ajuste de las jubilaciones.
“En nuestro país, los jubilados usan una mayor proporción de su haber para comprar alimentos y medicamentos, que, desgraciadamente, son de los bienes que más variación de precios al alza han tenido en los últimos años. Por otra parte, en el caso de que un jubilado no tenga vivienda propia, no puede sostener su calidad de vida e ingresa en la pobreza. Aún contamos con una generación que tiene casa propia, pero será este un gran inconveniente para este nivel de ingreso si lo analizamos en valores constantes para los futuros jubilados”, señaló Di Pace.
Asimismo, planteó que la sostenibilidad del sistema previsional argentino es una gran preocupación presente y futura, porque la falta de generación de empleo privado -es decir, de aportantes nuevos-, cuando va ingresando al sistema mayor cantidad de jubilados y pensionados, hace que se tenga que achicar la pirámide de cobro hacia abajo ampliando la base de beneficiarios.
Mientras en 2016 había 2,1 aportantes al sistema por cada 1 que cobraba, hoy cayó a 1,6 aportante por cada jubilado que cobra. Esto, cuando se necesitarían al menos 3 aportantes activos. Argentina se encuentra dentro de los últimos puestos a nivel mundial respecto de la sostenibilidad el sistema a futuro. A su vez, hoy el sistema cuenta con más jubilados que cobran por moratoria sin haber aportado, que jubilados que han aportado al sistema.