El Banco Central se reúne y define si endurece la política monetaria. El índice de precios viene más complicado que febrero.
Sergio Massa se mantiene en silencio desde que la inflación alcanzó un nuevo récord en febrero. El dato difundido el martes motivó reuniones en el Ministerio de Economía con el viceministro Gabriel Rubinstein y el secretario de Comercio, Matías Tombolini. También hay contactos con el Banco Central, cuyo directorio definirá hoy si sube la tasa de interés, como primera medida en respuesta al 6,6% de inflación el mes pasado. Sería la primera acción concreta que se tomará para buscar la manera de quebrar la tendencia ascendente del IPC.
En los pasillos del organismo monetario, se rumorea que las autoridades podrían subir la tasa de política monetaria del actual 75% al 80% nominal anual después de seis meses sin cambios, lo que implicaría un 6,6% mensual. Hoy, la tasa nominal anual de los plazos fijos es del 75%, levemente por debajo de la inflación. Pero cerca del equipo económico creen que no se justifica un cambio: “Sin la suba en la carne, la inflación hubiera sido menos de 6%, difícil que quieran subirla”.
La lectura es similar a algunas explicaciones que maneja el equipo de Massa. En los despachos afirman que la suba fue por el impacto de la sequía en el mercado vacuno, la ola de calor y la renovación de los acuerdos de precios en febrero con subas autorizadas del 9%, muy por encima del tope promedio del 3,2%. También -esgrimen- por la emisión monetaria y la “filtración” sobre los dólares paralelos, una brecha que lleva a las empresas a cubrirse.
En ese marco, cerca del ministro aseguran que “se va a seguir trabajando en políticas fiscales y monetarias que sean consistentes con tasas de inflación mucho más bajas”. Dado que los alimentos triplicaron la pauta del programa Precios Justos, una de las incógnitas es si habrá nuevos bonos para aliviar los ingresos. La idea es seguir con “políticas de ingresos”, como los acuerdos con empresas (Precios Justos) y otras medidas, aún no precisadas.
Después del comunicado del FMI en el que las autoridades se comprometieron a mantener las tasas por encima de la inflación, el mercado aguarda que el titular del BCRA, Miguel Pesce, mueva sus piezas en esa dirección. En febrero, el argumento central de la entidad para congelar dicha variable fue que la inflación núcleo se había ubicado en 5,5%, un nivel similar al de diciembre. Ahora, ese índice de más largo plazo subió al 7,7% el mes pasado.
Tampoco está claro si el BCRA acelerará la suba del dólar oficial, hoy en $202, después de quedar detrás de los precios en enero y febrero. “La necesidad de evitar una disparada en la inflación no responde únicamente a procurar recuperar algo de “capital político” de cara a las elecciones, sino a que una aceleración inflacionaria genera mayores presiones a acelerar el crawling peg y a subir las tasas de interés, volviendo más inestable al escenario”, señaló un informe de Ecolatina.
De todas maneras, el equipo económico sabe que hay algunos puntos de inflación que están pisados, y que podrían empezar a liberarse más temprano que tarde. Por caso, las tarifas de los servicios públicos. De hecho el FMI le exigió que a más tardar en mayo acelere la quita de subsidios para los servicios que hoy consume la parte de los hogares con mejores ingresos.
No está claro, por otra parte, si la secretaría de Comercio insistirá con la ampliación de los acuerdos de precios, que hasta ahora no hay arrojado muchos resultados.
Los últimos datos del INDEC dicen, por ejemplo, que el sub índice de alimentos subió exactamente el triple (9,6%) que el 3,2% de suba negociada entre gobierno y empresas que adhirieron al programa de Precios Justos.
Por lo pronto, para marzo las primeras mediciones -parciales, desde ya- de las consultoras privadas empiezan a dar señales de que el IPC de este mes podría incluso ser mayor al 6,6% informado para enero.