Un consultor del municipio de Jáchal, de San Juan, asegura que no hay resultados concluyentes. La minera canadiense insiste en que la calidad del agua no ha cambiado en la zona evaluada.
Esta semana, el pueblo de Jáchal volvió a tener presencia en los medios nacionales. Es que desde la Asamblea “Jáchal no se toca” denunciaron que los estudios realizados periódicamente por la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo arrojaron que, en febrero de este año, en uno de los puntos de muestra se encontraron niveles altos de mercurio, superiores a los del derrame de 2015 en Veladero (la multinacional canadiense, Barrick Gold, vertió un millón de litros de agua contaminada). Sin embargo, desde el Gobierno de San Juan aseguran que esto se debe a que, por las lluvias, no se pudo llegar al punto habitual de muestreo y se optó por otro, donde confluyen dos ríos, uno de los cuales tiene un alto contenido natural de este compuesto.
También desde Barrick Gold destacan que los puntos de monitoreo en los que basan esta afirmación se encuentran a unos 200 kilómetros aguas abajo de la mina y señalan que “el propio programa de monitoreo de Veladero, que presenta los resultados de la calidad del agua a los organismos reguladores todos los meses, no muestra cambios en la calidad del agua”.
Así mismo, sostienen que sus propios equipos de investigación obtuvieron resultados que muestran que los niveles de mercurio están “por debajo de los límites de detección de laboratorio y dentro de la normativa”.
EL PUNTO DE CONFLICTO
Para entender mejor el conflicto, se debe retomar lo ocurrido días atrás. La preocupación por parte de un grupo de habitantes de la localidad sanjuanina de Jáchal surge a partir de los resultados diferentes que arrojan dos estudios, uno de ellos realizado por la UNCuyo y otro por la Universidad Católica de Cuyo, con las mismas muestras. En el primer caso, se señala que, en dos puntos de muestreo, en el río La Palca y el río Blanco, se encontró presencia de diversos metales -aluminio, manganeso, níquel, plomo y mercurio, entre otros- por sobre lo recomendado por ciertos organismos de referencia, como la Organización Mundial de la Salud y el Código Alimentario Argentino.
Mientras que el realizado por la Universidad Católica de Cuyo y el Laboratorio del Cipcami (Centro de Investigación para la Prevención de la Contaminación Ambiental Minero Industrial) plantea que, en los mismos puntos de muestreo, “comparado los resultados obtenidos con los valores mínimos y máximos de línea de base de los históricos del río Jáchal, del Ministerio de Minería de San Juan, los resultados se encuentran dentro del rango de variación natural del río Jáchal y no se han superado sus valores históricos”.
CONTROL RIGUROSO
Desde setiembre de 2015, cuando se filtró alrededor de un millón de litros de solución cianurada proveniente de la mina Veladero a la cuenca del río Jáchal, el municipio decidió realizar controles periódicos por parte de la UNCuyo y de la Universidad Católica de Cuyo. Se acordaron 13 puntos de muestreo, algunos en ríos y otros en escuelas y diversos sitios urbanos.
Lo cierto es que en febrero de este año, cuando se tomaron las muestras, producto de la creciente de los ríos por las lluvias, no se pudo llegar a dos de los sitios. En uno no se tomaron muestras y en otro, se modificó el punto y, en lugar de tomar el río La Palca antes de unirse con el Blanco, se tomó en la confluencia de ambos, en el badén de La Chigua.
Desde el Gobierno de San Juan sostienen que el río Blanco, que viene desde La Rioja, tiene mercurio en su composición natural, pero resaltan que este metal no se encontró cuando se filtró el agua para un análisis posterior, lo que evidencia que no se trata de mercurio soluble, producto de la actividad minera.
EL ANÁLISIS TÉCNICO
El consultor ambiental contratado por el municipio, Miguel Mas, explicó que la cordillera es de origen volcánico y que hay muchos metales y compuestos químicos, solubles e insolubles, en los ríos. En el caso del mercurio que está en la cuenca de manera natural, señaló que es estable y una partícula inerte, que no causa perjuicio en la salud. En cambio, cuando se trata de una solución cianurada, como la que se utiliza en la minería, la mezcla de cianuro con mercurio lo torna soluble, por lo que pasa a la sangre y sí es perjudicial.
Por ser febrero un mes de lluvias en San Juan, no pudieron tomar, como se suele hacer, muestras en el río La Palca y el río Blanco por separado, sino en un punto 60 kilómetros más al sur, donde ambos ríos se unen. Mas resaltó que este nuevo sitio, en el badén de La Chigua, no tiene línea base, ya que, durante siete años, los muestreos de los ríos se han hecho en un mismo punto, que se tuvo que modificar en esta medición.
Pero, sobre todo, resaltó que “el mercurio que se midió es total y no soluble”. Asimismo, detalló que, “cuando hay un derrame, el mercurio lixivia”. Esto significa que, como tiene un poder de extracción tan fuerte -razón por la que se usa en la minería-, va arrastrando otra serie de minerales y metales, por lo que se alteran diversos parámetros en la medición y no uno solo.
Por otro lado, el ingeniero químico contó que otra solución que puede escapar es la de cianuro de zinc, y que, con las turbulencias de los ríos de alta montaña, desaparece pronto el cianuro, pero se hubiera notado la presencia de zinc; algo que no se vio. Mas acotó que la cuenca del río Jáchal es, de por sí, de baja calidad, con alta presencia de arsénico y boro.
Por su parte, Saúl Zeballos, de la Asamblea “Jáchal no se toca”, recordó que, luego del derrame de cianuro y mercurio del 13 de setiembre de 2015, el pico de contaminación en el río La Palca se produjo dos días después, cuando se detectaron 0,0012 miligramos de mercurio total y 0,086 miligramos de cianuro total por litro de agua.
En tanto, el 15 de febrero de este año, el muestreo arrojó la presencia de 0,0033 miligramos de mercurio total. Y si bien reconoce que no hubo niveles preocupantes de cianuro, en 2015 se conoció, cuando la abogada de la empresa Barrick Gold presentó un escrito ante el Defensor del Pueblo de San Juan y la Justicia provincial, que se había utilizado hipoclorito de sodio para neutralizar el contenido de cianuro. De hecho, el 16 de setiembre de ese año, en el badén de La Chigua, sólo se detectó mercurio -que no se puede degradar- pero ya no cianuro.
Por eso, resaltó que, para ellos, el elemento determinante para poder detectar si se produjo un derrame es la presencia de mercurio. Por otra parte, recordó que “en los tres derrames anteriores confirmados en Veladero -el del 13 de setiembre de 2015, el del 8 de setiembre de 2016 y el del 28 de marzo de 2017- la primera reacción por parte de la empresa Barrick Gold y del gobierno sanjuanino, cuando comenzaron los trascendidos, fue negar la información”.
Zeballos sumó que, si bien el río Blanco siempre ha traído arsénico y boro, la línea de base del Cipcami, del 2004 al 2010, muestra que ni en ese río ni en el La Palca ha habido esos niveles de mercurio. Y expresó que, aunque en el centro de Jáchal beben agua que proviene de otra cuenca, aún beben del río Jáchal (que nace de la confluencia de los otros dos) en los puestos rurales y se utiliza para la producción agropecuaria, siendo que el mercurio pasa a los alimentos y a quienes los consumen.
Este último punto será central en la resolución del conflicto, debido al impacto económico que un supuesto derrame podría tener en la zona productiva.