La pobreza infantil debe ser uno de los temas más descaradamente manoseado por la dirigencia política nacional. Hace tiempo un director de Unicef decía que una vaca en Argentina era mucho más cuidada que un niño pobre y tenía razón, la misma comparación podemos hacer con una hectárea de vino en Mendoza o con un barril de petróleo de Santa Cruz. Lamentablemente, cualquier idea que tengamos sobre lo que se hace desde el Estado para disminuir esta fatalidad, va a ser siempre una decepción.
Es así como en el segundo semestre del 2022, último dato disponible, la pobreza infantil subió casi 3 puntos. Pasó del 51,4% al 54,2% comparado con el segundo semestre del 2021; de esta forma se sumaron casi 190 mil niños pobres y el número quedó en 3.629.774 chicos menores de 14 años en situación de pobreza, según las bases de microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. Ese 54,2% es muy duro porque indica que en cinco años, siempre comparando los segundos semestres, la pobreza infantil subió 22 puntos porque estaba en el 32% en 2017 y se sumaron 1.695.571 niños más a la pobreza. En esos cinco años, casi mil chicos por día -929 concretamente- pasaban a ser pobres. Un escándalo.
Recordemos que San Juan logró bajar la pobreza infantil casi 2 puntos (1,9%) del 49,2% en el segundo semestre del 2021 al 47,3% en el mismo periodo del 2022. De esta forma obtiene el porcentaje más bajo desde el 2019 cuando llegaba al 48,7% y subió al 51% durante la pandemia en el 2020, siempre comparando los segundos semestres. Y en cinco años bajó 7 puntos mientras que en Mendoza subió 20.
Los niños se encuentran en una situación compleja porque no votan y sin hacer juicio de valor a muy poca gente le importa lo que sucede con ellos y los políticos saben que no les mueve la aguja, en cuanto a cantidad de votos para las elecciones, solucionar el problema. No hay ningún color de pañuelo ni colectivo que los represente.
También hay un marco jurídico que protege a los niños como la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a lo que le podemos sumar que los derechos deben ser garantizados en la Convención de los Derechos del Niño de la ONU y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que fijan metas para el 2030. Pero no hay ningún abogado como Burlando, por decir uno, queriendo ocuparse de que se cumpla lo que dicen las leyes que sancionan demagógicamente.
Vamos hacia los 40 años de democracia y seguimos con muchos problemas graves sin resolver, todo indica que, como definió Alejandro Katz, en nuestro país hasta ahora el logro de la democracia ha sido la ausencia de dictadura, no es poco, pero falta un montón.
La UCA en su informe sobre la Deuda Social de la Infancia, publicado esta semana, precisan que tanto las ayudas alimentarias directas en comedores escolares, y comunitarios, así como la copa de leche, entre otros, han incrementado su cobertura de modo progresiva y a partir del 2020 sumaron una ayuda indirecta como es la Tarjeta Alimentar. Estas ayudas alcanzaron en plena pandemia al 46,5% de la población de niños, pero en el 2022, llegan de una u otra forma al 59% y claramente las estrategias adoptadas durante la pandemia, ahora resultan insuficientes en un mercado laboral inestable, con elevado nivel de informalidad y crecientes niveles de inflación.
Pero si creían que habían leído todos los números más graves de la situación social de los niños, si hacemos un recorrido por las provincias el espanto se agiganta. Concordia (Entre Ríos) con el 69,2%, Gran Resistencia (Chaco) con el 64,3%, Santiago del Estero con el 64%, Gran San Luis con el 61,9% y Gran Tucumán con el 60,2% conforman el lote de cinco provincias que más pobreza infantil tienen en Argentina.
Con la inflación desbocada, los indicadores van a empeorar, hoy se sumaron 1.000 niños pobres más, mañana serán otros 1.000 y el mes que viene por día serán más todavía.