Poner en marcha un emprendimiento litífero requiere un capex (es la inversión que da cuenta del tamaño de la operación y, por ende, cuánto va a producir y facturar) tres veces inferior a uno aurífero. Hay algunas semejanzas entre ambos, conocé cuáles son.
El boom del litio obedece a la transición energética, a la electromovilidad, a que Argentina es uno de los países que concentra gran porcentaje de los recursos mundiales conocidos y también a que las inversiones que demandan son menores. A modo meramente de comparación, hoy el capital necesario para que una mina similar a Veladero produzca oro oscila en los US$ 1.000 millones, mientras que una de litio requiere alrededor de US$ 400 millones, dependiendo del tamaño y del tipo de método de extracción. Es que, si la extracción es directa y no con el sistema convencional de piletas, es más caro. Con este cálculo, la ecuación es fácil: lo que deja la minería del litio -pago de impuestos, regalías, salarios, proveedores, etc., -equivale a la tercera parte que una de oro.
TIEMPOS PARA ARRANCAR
En este punto, hay una marcada diferencia entre un emprendimiento metalífero y uno de litio. “La diferencia es bastante sideral en el sentido de que, por ejemplo, un proyecto de cobre debe tener mínimo unos cuatro años de construcción mientras que un proyecto de litio con pozas evaporíticas, o sea, método convencional, la puesta en marcha debería tardar técnicamente hablando entre 18 y 24 meses. Aunque la realidad es que no termina pasando porque, desde que se anuncia la construcción, no están dos años construyendo y arrancan. Siempre demoran bastante más por otros temas que no tienen que ver con la construcción en sí misma, sino con el proceso químico que todavía no está tan claro para las empresas y les cuesta agarrarle la mano en un primer momento, y es lo que quizás demora un poco más los proyectos de litio. La minería del litio es mucho más reciente y tiene estas complejidades de no terminar de entender la química del salar y por eso el proceso productivo no es tan de copy-page en los distintos salares”, dijo Jorge González, director nacional de Promoción y Economía Minera de la Subsecretaria de Desarrollo Minero de la Nación.
EMPLEO, SALARIO y GÉNERO
En cuanto a la mano de obra no tienen la misma cantidad porque, claramente, el metalífero (oro y cobre) demanda más que uno de litio. “Los salarios de la minería del oro están un poco por encima, pero no tienen una gran dispersión. En ambas operaciones se va a perforar y si hubiera una dispersión muy grande de salarios no se podría captar esa gente. La exigencia no es la misma, pero compiten algo por la mano de obra entonces, en esa competencia, los salarios tienen que ser similares. La actividad minera es capital intensivo y, por eso, demanda mucho más capital que mano de obra y esa cualidad la tienen ambos tipos de emprendimientos. Por la envergadura, los proyectos de cobre son los que más mano de obra demandarían porque también más capital demandan”, comentó González. El capex de un proyecto cuprífero para ponerlo en operación ronda los US$ 4.000 millones, mientras que del oro tal vez los US$ 1.000 millones y del litio US$ 400 millones.
“El litio está dando mayor participación a las mujeres. Cuando se ven los porcentajes de comparación de cuántas mujeres trabajan en el sector, litio está bastante por encima de la media de lo que es el sector metalífero. Quizás porque es más fácil conseguir ingenieras Químicas que ingenieras en Minas”, dijo el funcionario de la Secretaría de Minería nacional.
VIDA ÚTIL
“Cuando habanos de vida útil de un proyecto metalífero tradicional es del depósito que está cerca del yacimiento encontrado, cuántos recursos hay, cuántas reservas y cómo se iría sacando gradualmente y ahí se calcula la vida útil. En el salar es distinto porque estamos hablando de todo el recurso que tiene el salar”, precisó Jorge González a Los Andes San Juan. El litio es abundante: se habla de que actualmente hay litio para unos 400 años. Eso sí, esta cantidad se irá reduciendo a medida que aumente el número de empresas que extraigan este mineral y, además, de cuánto saquen de los salares.
Según González, hoy por hoy, al nivel que está extrayendo una empresa tiene muchísimos años y casi ininterrumpidos. Es decir, no tienen que salir a buscar otros depósitos como, por lo general, hacen las empresas metalíferas. Y mientras no genere un impacto ambiental negativo, es decir, que extraiga más agua de la que el propio salar recompone (si eso pasara se deprimiría el salar) sigue exactamente igual a como estaba si no hubiera sido explotado en términos de superficie. “El tema es cuando varias empresas estén operando en el mismo salar. Entonces ahí tendrá que haber una cooperación público-privada en una planificación de cuánto va a extraer cada una para no provocar el hundimiento del salar. Y ahí los tiempos de vida útil del salar propiamente dicho se modificaron porque ya no es la misma cantidad que estaban sacando antes. Si aumentás tu capacidad productiva disminuís la vida útil del salar”, explicó.
INVERSIONES Y PROVEEDORES
La minería metalífera hace inversiones constantes asociadas a sus planes de producción y la litífera también como, por ejemplo, para su planta de producción cuya infraestructura no resistiría un siglo.
“Además, en litio también hay que seguir haciendo exploración, como en la minería metalífera, y perforaciones para seguir entendiendo la química del salar y ver, en las partes más alejadas de donde se está operando, si la composición es exactamente la misma porque puede variar. Esto es para ver si se extraerá igual o se tendrá que cambiar algo del proceso. En cuanto a los proveedores, la minería metalífera tiene más por una cuestión de escala. Los proveedores son relativamente los mismos en el sentido de categorías y quizás cambian los insumos que se demandan para la producción como, por ejemplo, el cianuro para el oro”, detalló Jorge González.
MEDIO AMBIENTE
En la minería metalífera es claro cuál es el reclamo ambiental. “Las principales quejas, en muchos casos injustificadas de un sector más ambientalista, son el uso de cianuro y el consumo de agua en zonas que son relativamente secas o suelen tener estrés hídrico. En litio, un reclamo es la alteración de la fauna y no es un tema difícil de solucionar mientras haya controles suficientes y no se altere el salar en sí. O sea, que no se seque totalmente el salar. La extracción directa es una promesa hermosa, hay que ver si es factible aplicarlo y qué consecuencias trae. Ahí no habría un alteramiento del salar, siempre y cuando haya una reinyección de la salmuera sin litio. Es decir, sacándole solo el litio y reinyectando el resto del agua salada. Habría que ver en la práctica, porque al reinyectar la química del salar va a cambiar y eso podría encarecer el proyecto al tener que extraer más salmuera para poder recuperar ese litio que se fue diluyendo. Esas discusiones no están saldadas, aunque se invierte en investigación. Hoy la extracción directa es un método que funciona y controlado no genera ninguna alteración”, concluyó González.