Su santidad siempre ha repetido que la intención de renunciar “nunca pasó” por su mente, aunque ya firmó la carta de dimisión al comienzo de su pontificado. Desde el 2 de junio se desataron los rumores y la rosca de los cardenales no para.
La salud del Papa Francisco no viene bien y ha tenido que atravesar distintas internaciones. Su edad avanzada más los 10 años de ejercicio del papado, sin dudas impactan en el cuerpo del pontífice argentino.
Después de ser hospitalizado nuevamente en el Hospital Gemelli para una segunda operación intestinal, que sigue a la de hace dos años, ya es un hecho que la salud del Papa Francisco es un factor de incertidumbre, lo que alimenta las internas en la Santa Sede.
Y esto, aún más que en los últimos dos años, desatará todas las especulaciones posibles sobre las secuelas de Bergoglio y sobre el hecho de que es necesario prepararse para un próximo Cónclave. Seguramente, en el Vaticano y fuera, hay quienes ya lo están haciendo.
Tras la primera operación de colon, el 4 de julio de 2021, nuevamente en Gemelli, fue el propio Pontífice quien aludió a ese escenario. Fue en Bratislava, durante una visita pastoral, en una reunión con los jesuitas de la región.
A la primera y sencilla pregunta, “¿Cómo está?”, la respuesta fue una auténtica provocación de Francisco: “Sigo vivo. Aunque algunos me querían muerto. Sé que incluso ha habido reuniones entre prelados, que pensaban que lo mío era más serio de lo que se decía. Estaban preparando el cónclave. Paciencia! Gracias a Dios, estoy bien...”
Durante esa hospitalización, entre otras cosas, hubo quienes habían rebotado la “noticia” sobre la posibilidad de su dimisión por estar gravemente enfermo... devuelta al remitente por el mismo Papa.
“Yo personalmente puedo merecer ataques e insultos porque soy un pecador, pero la Iglesia no se merece esto: es obra del demonio. Incluso se los dije a algunos”, añade Francisco, que también se queja de las murmuraciones y acusaciones en muchos círculos católicos.
Desde entonces, y más aún tras su última hospitalización el pasado mes de marzo por una infección respiratoria, a quien le pregunta cómo está, el Papa Francisco responde que “sigue vivo”.
Hasta la fecha, además de las audiencias suspendidas por hospitalización hasta el domingo 18 de junio, el Pontífice sigue mirando hacia adelante a sus próximos compromisos: se ha anunciado el viaje a Lisboa del 2 al 6 de agosto, el de Mongolia del 31 de agosto al 4 de septiembre y en octubre será el Sínodo sobre la sinodalidad, mientras que este mismo miércoles anunció una próxima Carta Apostólica sobre Santa Teresa de Lisieux.
Francisco siempre ha repetido que la intención de dimitir “nunca pasó” por su mente, aunque ya firmó la carta de dimisión al comienzo de su pontificado, hace diez años, en el caso eventual de un impedimento médico.
Pero no faltan las dificultades para ejercer su ministerio, entre ellas las provocadas por la persistente y tenaz “gonalgia”, el dolor en la rodilla derecha por problemas de ligamentos que le impide moverse con facilidad, ponerse de pie y que lo obliga a solo presidir las celebraciones, tanto en el Vaticano como en los viajes, mientras que los cardenales y obispos siempre celebran en el altar.
El delicado asunto de la sucesión
Y la hospitalización actual con una nueva operación quirúrgica reavivará el tam-tam, en particular alimentado por sus críticos, sobre la frágil salud del Papa y sobre la perspectiva de una sucesión.
Solo en los últimos días se habla de que por primera vez, desde el viernes 2 de junio, los cardenales electores nombrados por el Papa Francisco desde el inicio de su pontificado forman las dos terceras partes del total, es decir, el quórum necesario para elegir a un Papa en un Cónclave.
La cuota matemática, igual a 81 cardenales electores de 121, se alcanzó con el 80 cumpleaños del arzobispo emérito de Nápoles, Crescenzio Sepe, que cayó precisamente el 2 de junio.
De los otros 40 “electores”, nueve fueron creados por Juan Pablo II y 31 por Benedicto XVI.
Pero incluso si los designados por Bergoglio ahora pueden elegir a un sucesor, cualquiera que piense que es un “cuerpo” cohesionado y uniforme se equivocaría. Lejos de ahí. Entre ellos hay de todo, y mucho más que solo “progresistas” e innovadores.
Dada su historia, seguramente Matteo Zuppi podría pertenecer a este último identikit, así como el luxemburgués Jean-Claude Hollerich, el jesuita canadiense Michael Czerny, el fiel limosnero polaco Konrad Krajewski, otros italianos como Paolo Lojudice y el misionero en Mongolia Giorgio Marengo, exponente como pocos de las “Iglesias en la frontera”.
Entre los nominados por Francisco, sin embargo, también se encuentra uno de los líderes del frente “conservador”, el alemán Gerhard Ludwig Mueller.
También conservadores son muchos estadounidenses y muchos africanos. Mientras que en una posición de mediación se podría incluir una figura autoritaria como el secretario de estado Pietro Parolin.
Queda por ver cómo y hacia quién convergerá una formación tan heterogénea, una pregunta ampliamente abierta. E incluso el “cuándo” permanece con un signo de interrogación, dado que, al menos por el momento, y si las condiciones de salud lo permiten, el Papa Bergoglio no parece tener intención de ceder.