15 de mayo de 2024

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La gente se siente peor psicológicamente ahora que durante la pandemia

Un estudio de la UCA hace foco en el impacto de la crisis del Covid

La resaca suele ser más pesada que el exceso. Un poco de eso puede explicar los resultados de una investigación que por primera vez mide cómo quedaron los argentinos después de la crisis inédita del Covid. Los coletazos no sólo se extienden en el tiempo, sino que los sentimientos de infelicidad y depresión se volvieron más profundos tras la pandemia que mientras ésta duró.

El año 2022 fue el primero luego de la crisis sanitaria en el que la gente empezó a recuperar más o menos su vida “normal” y a recoger los pedazos que habían quedado desperdigados en la batalla, un trauma social y económico de los más grandes que se tengan recuerdo. A priori podría pensarse que nada podría superar el sufrimiento de atravesar ese infierno. Pero los argentinos, según una encuesta de la Universidad Católica Argentina (UCA), refutan ese prejuicio.

Ese año de corte (2022) fue elegido por la UCA para medir una serie de variables de la vida de los argentinos que dan cuenta del deterioro experimentado. Los autores del trabajo fueron Carolina Garófalo, Solange Rodríguez Espínola, María Paternó Malavella, Nazarena Bauso y Francisco Laferriere.

El informe se titula “Desigualdades y retrocesos en el desarrollo humano y social 2010-2022. El deterioro del bienestar de los ciudadanos en la pospandemia por Covid-19″. Si bien la pandemia fue una hecatombe global, las estrategias para enfrentarla -mejores o peores- fueron propiedad de cada país y gobierno. Y ese cóctel de decisiones gubernamentales fue en definitiva lo que terminó arrojando el saldo final de la pesadilla.

La investigación de la UCA analiza, en el período mencionado, varios aspectos de la vida de los argentinos: el sentimiento de infelicidad, el malestar psicológico, el déficit del estado de salud percibido, no haber realizado una consulta médica pese a esa percepción y el crecimiento del uso de la salud pública. También evalúa la disconformidad con el funcionamiento de la democracia y la desconfianza en las instituciones.

La investigación dice que “2022 estuvo marcado por un contexto internacional adverso, sobre un escenario local recesivo, con alta inflación y desfavorable en materia de empleo que produjo la pérdida de ingresos y menor consumo de los hogares. Además, la poca mejoría respecto al año 2021 en el ámbito del empleo se debió al incremento de trabajos informales, a un subempleo inestable que empeora las condiciones del bienestar, de la salud, de los proyectos personales, desmejorando la mirada a las instituciones democráticas”.

Agrega que “desde 2010, las desigualdades sociales, económicas y laborales sitúan a las personas con mayor vulnerabilidad en franco deterioro de su bienestar. Así, en un panorama empobrecido, las personas continúan padeciendo carencias no sólo materiales, sino también en aquellas cuestiones subjetivas que hacen a las expectativas de un logro en mejoras de sus derechos a la salud plena, a la igualdad social y a un desarrollo humano que derrame por sus capacidades y habilidades”.

El malestar psicológico evalúa la sintomatología ansiosa y depresiva sin indicar patología o trastorno. Durante el periodo 2010-2022 observaron una tendencia relativamente constante de alrededor del 20%, con valores que fluctúan entre el 18,4 por ciento (2010) y 25,4% (2022).

“La última medición refleja el valor más elevado en la serie, incluso superando a lo reportado en 2020, año de mayores condicionantes negativos por el impacto de la pandemia por Covid”, dicen los investigadores. Explican que “el malestar psicológico aumenta a mayor vulnerabilidad socio-ocupacional: es mayor en el bajo marginal, y alcanza a alrededor de 4 de cada 10 adultos”.

El sentimiento de infelicidad implica sentirse poco o nada feliz, alcanza en promedio a 1 de cada 10 personas de zonas urbanas de Argentina y varía según la clase social. Es mayor en las clases bajas marginales (23,1%) y bajas integradas (14,9%). En este último estrato aumentó con respecto a 2021, al igual que en el sector medio profesional, donde el mismo sentimiento trepó del 7,7 al 11,3 por ciento.

El año de menor infelicidad en la clase media profesional fue 2017, cuando apenas el 3,9 por ciento se sentía de esa manera. De hecho, en esa época fue el sector más feliz de toda la población analizada en la serie 2010-2022.

En cuanto al déficit de proyectos personales, éste se manifiesta en 2 de cada 10 personas en la serie temporal medida. En 2022 arroja un 14,8% y representa un leve descenso respecto de 2021, año de salida de la pandemia. El déficit se acentúa en las clases bajas. En 2022, la falta de proyectos personales fue mayor en el estrato bajo marginal (23,5%).

Otro aspecto clave de la investigación es el estado de salud y los hábitos preventivos. El primero es el estado de salud percibido e identifica personas con problemas de salud y enfermedades crónicas o graves. Paradójicamente, durante los dos años más duros de la pandemia, el indicador alcanzó sus valores más bajos (13% aproximadamente en 2020 y 2021).

“Dicha situación podría explicarse por la prioridad conferida al Covid-19 en ese tiempo y por la baja en la prevalencia de enfermedades asociadas al contacto a partir de las medidas preventivas, entre otras posibles causas”, dicen los autores. En 2022 subió el porcentaje de personas con problemas de salud y enfermedades crónicas a un 14,7%.

Hay dos datos que sobresalen al analizar por grupos etarios el déficit del estado de salud percibido. A partir de los 60 años en adelante hubo un notorio incremento del porcentaje en 2022 con respecto a 2010. Entre los 60 y 75 años, el universo que manifiesta esa percepción negativa pasó del 15,2 al 30,9%. Y entre los mayores de 75 pasó del 10,9 al 36,5%.

En promedio, en 2010 uno de cada diez encuestados indicó no haber realizado una consulta médica a pesar de tener problemas de salud o enfermedades. En los últimos tres años fue un indicador sensible al contexto de la pandemia. En 2020, evidentemente producto de la cuarentena, el 39,9% de esa población no fue al médico y luego ese índice mejoró: alcanzó al 32,9% de los adultos en 2021 y al 17,1% en 2022. Sin embargo, el déficit no ha logrado llegar al valor prepandémico de 2019, cuando fue del 12,6%.

En el rubro que analiza la utilización del sistema público de salud, el indicador presentó su valor más bajo (25,8%) en 2020 y el más alto de la serie en 2022 (32,7%). Las clases bajas y marginales fueron los que más lo demandaron.

Menos del 10% de las personas de clase media profesional, en tanto, dijeron haber realizado la consulta médica en este subsector sanitario a lo largo de toda la serie. Sin embargo, hubo un incremento de la concurrencia entre 2021 y 2022 tanto en la clase media profesional como no profesional.

La muestra incluyó 5.760 casos por año en conglomerados de más de 80 mil habitantes, que incluyeron la Ciudad, el AMBA, Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo, Gran Mendoza; Mar del Plata, Gran Salta, Gran Paraná, Gran Resistencia, Gran San Juan, Neuquén-Plottier-Cipolletti, Zárate, La Rioja, Goya, San Rafael, Comodoro Rivadavia y Ushuaia-Río Grande.

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